La señora Braulia llegó a la panadería esa mañana, sólo tenía que bajar una planta, atravesaba el corral y ya estaba casi frente al mostrador. Estaba contenta a pesar de ir con prisas, se había despertado más tarde de lo normal por no haberle dado suficiente cuerda al despertador la noche anterior. Prepararía todo enseguida para recibir a los clientes más madrugadores.

Daba por hecho que los primeros serían los de siempre. Casi veía mentalmente cómo la pareja de barrenderos se aproximaba, hambrienta de pan de azúcar, hacia su portal. ¿O quizá sería el sereno el primero en llegar hoy? Se detuvo en esa posibilidad unos segundos.

Cuando lleguen estos y otros pocos más, el canto del gallo -que se escucha en toda la calle cada vez que algún vecino cruza el umbral- despertará al resto y vendrán todos juntos, siempre pasa lo mismo, pensaba ilusionada. Estaba sonriente, se sentía con ganas de charlar.

Abriría al público en poco más de media hora.

Se atareó en barrer el suelo, apartó suficientes papeles para las cuentas y los dejó con el boli BIC al cual, no sabía porqué, le tenía cariño. Sacó la primera bandeja del horno y, cuando la apoyó sobre la mesa, algo en el suelo llamó su atención.

Al momento cerró la puerta con llave, ¡no fuesen a llegar los barrenderos! Tardó más de veinte minutos en leer bien la nota. Un poco sobrecogida. Aunque no era un texto largo, y ella era una buena lectora -aprovechó bien los años de escuela y se aficionó para siempre a las novelas- era muy extraño. No comprendía. No era capaz.

Ha llegado la década de los 20 y tal como se informó hace años no se podrá cruzar las fronteras por tierra, mar, ni aire si no es por fuerza mayor. No queda combustible suficiente para aviones, barcos, ni automóviles, esa es la explicación oficial, y en patines no se llega demasiado lejos, ¡El sentido del humor no se ha perdido! Hemos ido acostumbrándonos a lo cercano. Hemos adaptado nuestros modos de producción a las necesidades. Y ahora en lugar de con viajes internacionales disfrutamos del ocio con pases de realidad virtual extensa. Al último fui en solitario, era más barato. ¡Pero eso ya es otra historia que tendré tiempo de contarle! Esto es sólo una toma de contacto. Espero haber acertado con el año y que usted me entienda y de ahora en adelante pueda ayudarme. Braulia su papel es crucial.

Los costes del transporte intertemporal en soporte físico son elevadísimos y no se nos permite más de una comunicación por sujeto, por lo tanto esta será la primera y última carta en papel que usted reciba. Para seguir en contacto escríbame a difusiondelpresente@gmail.com.

¡Eso no era una dirección! ¿Todo eso lo habrá escrito un hombre o una mujer?, dudaba, ¿Virtual?, ¿Ocio? No entendía nada.

Pensó que quizá estaría soñando o que algún vecino le gastaba una broma absurda y por fin el sereno llamó preocupado al otro lado de la puerta. ¿Porqué no abría si era la hora y se veía luz?

Ella reaccionó. ¡Ganó él!, se dijo, ¡es el primero!, ¡a atender!

Tiró la nota a la caja de los deshechos sin concederle un pensamiento más.

La misma sonrisa en la cara, las mismas ganas de charlar…

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