18-06-16
Hola,
Hace tiempo que pensé en escribirte, pero no tenía palabras ni ganas de agarrar la pluma que tantas hermosas palabras plasmaba en mis tiempos de poeta. No espero me respondas, solo quiero tengas presente el aprecio yo te tengo. Quiero verte.
Robert.
18-08-16
Sabía bien no me responderias. Pero pasar los días esperando a que me digan el arribo de una carta a mi nombre, convertía las horas en dulces esperanzas. Creo que te has dado cuenta ya, pero no puedo escribirte siempre, pocas cartas me quedan. Se que soy un maniático, más no puedo malgastar las pocas oportunidades de comunicarme contigo. Te dire algo, quiero verte. Lo he repetido varias veces, tendrás que disculparme, porque eso es lo único que pienso todo el dia. No tengo más que decirte.
Robert.
20-12-16
Pasaron cuatro meses. Aunque yo sienta han pasado más, el tiempo no es igual cuando estas en mi situación. El tener prohibido cualquier tipo de interacción termina volviéndote loco. Muchos de mis compañeros ya perdieron la cordura, creo que algunos se han suicidado. No puedo estar seguro, la mayoría de las voces y ruidos que escucho son puras fantasias mias. A veces llegó a oír tu voz. Me reconforta saber que sigues vivo. Que recorres el mundo, descubriendo cosas nuevas, viviendo la vida al máximo. Recuerdo que me decias de pequeño “papá, cuando sea grande, iré a todos esos países extraños que hay por aquí”, acto seguido, señalabas el gran globo terráqueo yo tenía en mi escritorio “Iras conmigo, no?”, y yo te respondía que si, te acompañaria. Pero primero tenía que terminar mi trabajo. Ya he escrito demasiado.
Feliz Navidad. Se feliz.
Robert.
26-03-17
Hoy se cumplen dos años desde que ingrese a este lugar. No te interesa, lo sé. Tampoco has contestado ninguna de mis cartas. Estoy comenzando a sospechar que no te dejan responderme. O que mis escritos no te alcanzan. Si es lo primero, por favor, ven a visitarme. Me alegrarias la semana, tal vez el mes, o el año.
Sigue disfrutando de la vida.
Robert.
17-06-17
Tres meses, tres dolorosos meses espere a que te dignaras a aparecer. No quise crearme falsas ilusiones, pero fue inevitable. El solo hecho de pensar en volver a verte me animaba los días, volvía las horas en una bonita compañía. Anhelaba que terminara el dia en el que no habías venido, para que comenzara otra espera interminable. En realidad, siento que le escribo al aire. En estos tiempos todo lo que me rodea me esta haciendo daño. Siento que la vida misma me sofoca, no soporto. Se feliz por mi.
Robert.
23-08-17
Hoy es tu cumpleaños, lo recordé. Disculpa por nunca felicitarte. Disculpame por esos malos momentos causados. Espero que me perdones. Estas malditas cadenas que no me dejan libertad, ruego tu no las tengas en vida. No eres capaz de imaginar el sufrimiento que me causa esto. Los nauseabundos olores que me impregnan me dan asco, me doy asco. Quisiera que me perdonaras. Lo siento. Ya lo se, repito lo mismo siempre, pero entiende que no tengo más palabras para darte. Esta sera mi ultima carta. Una alegría para ti, supongo. Terminaré esto con mis últimas palabras, pensaras que estoy bromeando, que solo lo hago para llamar la atención. No es así.
Gracias por todo, perdón por no devolverlo.
Robert.
Un olor nauseabundo llenaba el aire. Las marcas se seguian notando, a pesar de haberlas lavado tantas veces. Robert no es alguien al que se pueda olvidar tan facilmente, pensaban algunos, mientras que de fondo se escuchaba la voz de la usual noticiera;
Estas cartas fueron entregadas a los familiares del señor Robert Alexander, acusado de feminicidio y filicidio culposo. Al asesinar brutalmente a su pareja y a su hijo, de tan solo quince años. Ellos fueron encontrados en su casa, junto al padre, que yacía dormido tranquilamente en su habitación. Las cartas fueron halladas escondidas en el colchón del recluso. Que después de dos años y cuatro meses, se suicidó tirándose desde el cuarto piso.
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