El tren del deseo.

Dame un motivo para volar y te haré tocar el cielo. Quítame lo que más deseo y me robarás tu corazón. Hazme rodar por el circuito del amor y solo me saldré por culpa de tus curvas. Que te crees que eres, para hacerme enloquecer. Que piensas al venir hasta mi casa y picar con los dedos en el centro de mi alma.

Quiero tenerte cerca, quiero absorber toda tu energía para mezclarla con la mía. Me dicen, me comentan, me insisten en que te deje marchar. Pero quien deja escapar el tren del deseo, cuando este ya no tiene frenos. No sé si descarrilará, no sé en qué estación se detendrá. Pero el viaje es solo un billete de ida, ¿de ida a dónde? ¿Qué veré por las ventanillas y que podré hacer, al rozar tu piel con mis manos? Eres la que busco, no te marches y vamos al tren, sube por favor. Yo la mano te la alcanzo y te suplico que la cojas y qué con una sonrisa me abraces, uniendo lo que nadie ha podido separar de verdad.

¿Cómo te llamas, cuál es tu nombre si tienes alguno? Tiene que ser el de una flor, porque eres un jardín entero, fundido en una sola planta. Tu tallo tiene espinas, espero que no seas cruel y me hagas daño. Que solo sea para tenerte para mí para siempre, para que nadie pueda acercarse y con la yema de los dedos y agarrarte. Arrancarte de mi lado y que ni tus raíces recuerden nuestros momentos, que por ahora son muy pocos. Pero si existe la eternidad quiero que sea a tu lado.

Rubia o morena, ¿de qué país eres? Porque tu belleza no es normal, no digo que aquí no haya bellas mujeres, solo que no son tan guapas como tú. Dime cómo has llegado a parar a mi corazón, si no es por carta ni por teléfono. ¡Qué más da!, la cuestión es que te quiero hacer mía y que subas al tren del deseo, un tren que no tiene parada. Pero sí la esperanza de tenernos para siempre, el uno para el otro. Si algún día decides marcharte, dime un «hasta luego». Porque si me dices un «adiós», te lloraré y moriré de pena. No lo hagas por favor, yo sé que el destino nos ha unido y ahora quien será capaz de separar lo que no es de volver para atrás y retroceder en el tiempo, para comenzar de nuevo.

  • – No te confundas, solo me has tenido en sueños y en sueños entro como un ángel de luz, disfrazada de mujer. Me has tenido y te he envuelto en mis mil trucos del placer. He recorrido cada centímetro de tu alma, para tenerte y rodearte con mis brazos. ¿Mi nombre?, ¡qué más da!, se me conoce por muchos y solo uno es el verdadero y no es nombre de hombre. No quieras tenerme y despierta, despierta y no me tengas anhelo. Que entonces no vivirás más, despierta y corre, corre por la mujer más bella. Esa que tanto te mereces, pero ellas no.

Tienes arte a la hora de hacer el amor, pero el mío solo es carnal. No soy un ser libertino y me costará olvidarte. Pero lo haré, lo haré y seguiré buscando, buscando a alguien, a una mujer que no me rechace y que me haga esclavo del placer.

  • – Lloro en desconsuelo, porque todo hombre me desea. Pero solo mientras sueña y es libre. Una vez despierta, vuelve a la rutina y ya no se acuerda de mí. Hasta la noche vuelve a presentarse como un galán y perturba mi Ser. Como una sombra en la pared, me deslizo. Me acerco a su cama y beso su piel. Le hago llegar a hacer sentirse hombre, pero es egoísta y a mí no me satisface como mujer. Como lamento el hecho y me marcho, me marcho prometiéndome a mí misma, que no volveré a caer en pecado. En pecado si este existe, porque el deseo es presente, desde que el hombre es hombre y la mujer es mujer.

De Bélgica a Alemania, de España a Luxemburgo. Busco en mis sueños, viajo alrededor del mundo y no encuentro, no encuentro mujer más ducha en los placeres carnales. Deseo siempre que se haga oscuro y vuelva la Luna, que esta sea nueva y así la negritud envuelva mi carne, una carne impura como mi propio Ser. ¡Qué más da!, ya no me escuchas y solo pude poseerte una noche. Una noche que será eterna en mis pensamientos, esperando que pase otra vez el tren del deseo.

Por:Francisco Sánchez

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