Querida yo:

Por suerte, siempre he llevado a mano un pequeño cuaderno y alguna pluma, ¿te acuerdas?

Probablemente no, y es por eso que te escribo ahora, por si es la última vez que me acuerdo, para que de vez en cuando, si te acuerdas, le eches un vistazo, y puedas recordar que viviste una vida feliz, que disfrutaste cada momento y que estuviste rodeada de mucha gente que te quería.

Desde este momentáneo oasis de lucidez donde volvemos a confluir paradójicamente con la emoción de la primera vez, tan solo puedo darte el abrazo más afectuoso que se puede dar para afrontar lo que queda por venir que es seguro que no será nada fácil.

Me encantaría saber que vas a continuar con tus escritos, pero sé que es imposible, así que me conformo con que vuelvas a guardar esta postal en el bolsillo de tu bata como tantas otras veces, para de repente encontrarla un día por sorpresa y recordar algo bonito, aunque sea solo por unos instantes.

Tuya siempre,

Tú.

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