Ella es tan libre de expresar sus sentimientos, tan sincera al mostrase alegre o triste, tan tranquila al describir lo que le hace daño, que me llena de un gozoso manifiesto de satisfacción saber que todas esas emociones no llevan ningún causal de maldad. Maldad que a mi me marcó y me hizo vivir manchada durante años. Esas manos que muchas veces me tocaron se quedaron fijas tocándome el alma y el corazón, acrecentándo inseguridad en mi futuro, porque a media que iba creciendo me daba cuenta de lo desdichada que era de haberlas sentido, me dolía saber que habian violado mi inocencia y así mis sueños. Sueños que le cuido a ella y a su hermana pequeña que ahora se suma a esta protección que les brindo. Porque podré descuidar sus tareas un día o dejarlas dormir tarde de vez en cuando pero nunca dejaré de asegurarme de que las manos que las rodéen sea para apoyar su integridad y siempre completas corran detrás de sus sueños. Es así como, en mi historia curada, alcanzo el mío.

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