Existencialismo infantil.

Existencialismo infantil.

Tlanemani

21/02/2019

2019

¿Qué hago aquí sentada hablándole a la nada? Ojalá tuviera nueve años todavía, ojalá creyera que la vida no sigue si no estoy, me gustaba esa sensación de necesaria, era bonita la idea de construirme un mundo, de ir por ahí dándole «play» a donde llegara.

1999

Son las dos de la tarde más o menos, lo sé porque mis hermanas acaban de llegar de la escuela, llegan y tiran la mochila en la cama, se sientan a la mesa y comienzan un alborotado relato de su día, mamá las escucha mientras mueve una cuchara dentro de la olla, no sé qué contiene, pero parece que está rico. Me siento a oírlas, yo llegué hace rato de la escuela también, pero yo salgo a las 12:30, está haciendo calor y el sol quema como si nos mirara con una lupa.

Mamá me manda a la tienda por un kilo de tortillas y una coca, pongo los ojos en blanco, no sé de dónde saqué esta costumbre que no le agrada a casi nadie, pero a mi me sabe a liberador de quejas silenciosas; no quiero ir porque tengo calor, porque ya me senté, porque mis hermanas también pueden ir y porque casi siempre se me caen las tortillas cuando vengo de regreso.

Salgo de la casa y empiezo a correr, luego camino, voy pensado en qué harán cuando no estoy, ¿siguen hablando como si nada? yo creo que se quedan quietas, inmóviles hasta que vuelvo, como si pusiera «pause» con un control como en la tele, aunque a veces se me pasa un programa y continua sin mi; pero mi mamá si ha de estar quieta con la mano en la cuchara, ojalá no se le queme la comida.

Empiezo a correr de nuevo, debo volver pronto para que puedan seguir moviéndose, que vuelvan a la vida; al entrar a la tienda veo a la señora que se acerca para preguntarme qué quiero, ella estaba tejiendo antes de que yo llegara, ¿cómo pudo ser eso?, tomo las cosas y salgo corriendo a la casa, me tropiezo como siempre, mis ojos en blanco y la rodilla roja; entro y veo que se han servido la comida, ¿Cuándo? si acabo de llegar, me siento confundida ¿Cómo pueden andar?

Mis hermanas se han cambiado, se quitaron el uniforme y traen otra ropa, mi mamá ya puso cuatro platos en la mesa y me pregunta por qué tardé tanto, dejo las cosas en la mesa y entonces me ve la rodilla, me manda a lavarme al patio, salgo pero miro de reojo, quiero ver qué hacen, quiero ver que se queden quietas, pero no, siguen como si nada, como si yo no faltara ahí, ahora recuerdo a la señora de la tienda que tejía justo antes de que yo entrara.

Será que la vida sigue si yo no estoy, será que no voy yo poniendo «play» por donde paso.

Quiero hacerle estas preguntas a mi mamá pero mis hermanas se van a reír de mi, al fin que siempre se ríen, ya quiero ser mas grande, tener nueve años no me gusta tanto.

Me duele la cabeza de pensar tanto, pero qué digo, yo ni sé cómo se siente un dolor de cabeza, creo que me siento como cuando doy muchas vueltas, quiero tirarme al piso, no me gusta lo que descubrí. El mundo anda sin mi, no me espera, aunque me apure pasan cosas y no las veo, quizás cada quien tiene una vida y yo solo soy otra en un montón de vidas y no me necesitan y creo que yo no necesito a muchos, me siento cansada.

Me habla mi mamá y me pone el plato, la comida sabe bien, pero ahora me pregunto si solo a mi me sabe así, me gustaba mas cuando no me preguntaba tantas cosas y solo andaba por ahí dando vida por donde pasaba, aunque me gusta no tener esa responsabilidad.
Esto es menos triste que cuando descubrí que la luna no me sigue.

2019

Me pregunto si hay alguien que oiga lo que pienso, a veces me avergüenzan un par de cosas que pasan por mi mente, me avergüenza que alguien sepa lo que pienso, pero estoy a salvo, aquí hablándole a la nada, con mis pensamientos que solo yo oigo, o veo o escucho.
Es bueno saber que el mundo ya existe, que estuvo antes de mi y que seguirá cuando ya no esté en él.

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