Tan sólo era una pluma. Una frágil y ligera pluma. Una pluma a la que una leve brisa puede mover a su antojo, allá a donde quiera la cambiante corriente que vaya, arriba y abajo, a derecha e izquierda, haciendo remolinos. Esa pluma a la que nadie se molesta en apartar de su camino porque sabe que la más mínima corriente se la va llevar a otro lugar…Y esa pluma que quieres atrapar pero ves que no es tan fácil, pues cada vez que casi la tienes en tus manos ya ha vuelto a levantar el vuelo. Dabas por hecho que seguiría estando en el mismo sitio cuando intentaras cogerla, que sólo vuela cuando a nadie le importa, menos cuando tú quieres atraparla. Dabas por hecho que el viento jugaba con ella y daba vueltas abandonada… ¿O era acaso ella quien jugaba con el viento aprovechándose de su impulso para cambiar rápidamente de lugar cuando veía que no era de su agrado? Pobre pluma solitaria, pensabas. Que iba volando sobre parajes tan diversos mientras los que dejaba atrás permanecían igual sin ver jamás nada nuevo. Estáticos, aburridos, tan sólo interesados en ella momentáneamente porque era algo diferente, y porque nadie sabía ni de dónde venía ni a dónde iba. Pobre pluma. Pobre pluma que cada día sentía corrientes diferentes y se dejaba llevar por ellas. Pobre pluma que yacía al sol cálidamente cuando no hacía viento que la moviera. Pobre pluma que soportaba fuertes vendavales y era tan pequeña y escurridiza que los más fuertes árboles se quebraban pero ella seguía intacta, depositada al azar entre rincones recónditos por violentos torbellinos. Pobre pluma.
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