Fotógrafo Diego Arroyo
«El coraje es una historia de amor con lo desconocido.»
Osho
La ventana está fría, mis manos recorren cada surco del cristal empapado por la llegada del invierno. El calor de mi cuerpo se desvanece mientras miro el firmamento por el alargado batiente. Las nubes me impiden observar las estrellas con total precisión, pero me parece increíble la forma que adoptan con la diferente perspectiva de mi mente. A medida que pasa el tiempo mis ojos acogen una forma más cansada . La oscuridad de las pupilas se apodera de mí y me sumerjo en una luz inmensa, escucho mi nombre por una milésima de segundo, «Befana»
Me encuentro entre la línea limítrofe entre mi corazón y mi mente, sintiendo la unión de ambas energías. Mis manos alargadas y huesudas se entrelazan entre sí formando una unión conmigo misma. Los colores comienzan a atravesar mi piel, puedo sentirlos, cada uno tiene su propia esencia. Sin embargo, percibo un gran escalofrío; el negro se introduce lentamente por mi cabeza mientras el blanco comienza a atravesarme los dedos de los pies, juntos producen una explosión, no puedo sostenerme, me encuentro en la nada y sé que estoy totalmente completa. Las imágenes y sonidos pasados se convierten en presente, el tiempo se encuentra a mi disposición, como si fuera un mando a distancia, me doy cuenta de que todo es creado por mí, incluso el tiempo. Recuerdo cada momento, me siento, me observo…
Vuelvo a recuperar la visión, mis párpados se impregnan de fuerza, los abro suavemente. La ventana es mi primer enfoque, empezando por la vieja madera que la rodea, la perspectiva aumenta, la ventana está abierta.
No sé si estoy hacia dentro o lo de adentro está fuera.
Soy.
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