El límite entre corazonada, estadística, ciencia, y fe a veces es difuso para ciertos seres humanos. Es como saber dónde termina la playa y empieza el mar. La separación está, pero poseer esa certeza requiere un determinado conocimiento;y si lo que creemos que sabemos es en realidad una fantasía que encima está sostenida por la esperanza o por el orgullo a no retractarnos de nuestras convicciones, suele ser difícil que nos abramos paso a la realidad. O a la interpretación de una gran mayoría sobre lo que significa un hecho real. Y parece sencillo lo que expongo, sin embargo aquello que inexorablemente se oculta a la vez que le damos entidad por medio del lenguaje sumado a un hecho que intentaré expresar lejos de toda subjetividad (llámese subjetividad a la emoción que me genera), nos llevaría a concluir en principio que perder no existiría si no fuese por la necesidad de ganar.

Para algunas personas (todas, pero tenemos demasiado ego para confesar que somos nada para nadie en vida y menos después de morir) la existencia puede llegar a ser un poco parecida al día anterior. Al menos lo que Daniel, su esposa y sus tres hijos transmiten. Al menos lo que se observa de tener un trabajo estable, una amante fuera de la casa y una mujer proveedora de pequeños que sirvan para echarle la culpa a alguien de las frustraciones propias. Y esto es lo hermoso pero contradictorio de las apariencias. Si sos medio inocente creerías, por ejemplo, que en esta familia se huele a jazmines cuando en realidad tiraron desodorante de ambientes para disimular el olor a mierda que contradictoriamente se potencia. Y como en un departamento recién alquilado que empezás a verle los errores groseros inmediatamente después que pusiste tu firma y tu libertad de renunciar a un trabajo que te está dando más stress que logros; si te asomás un poquito en la intimidad de este feliz matrimonio te das cuenta que Ernestina vive en estado de dolor constante porque su esposo está atándola a él aunque ya no la quiera y que las consecuencias de eso la van a pagar sus hijos; a la vez los niños están en una edad en donde es mejor despertar de una vez a seguir viviendo en ese mundo de inocencia que no van a volver a experimentar, y Daniel un día de fiesta con amigos conoció el encanto del casino.

Esa mañana había llegado la factura de luz, gas y tarjeta de crédito, Ernestina sospechaba cosas, “la tipa” estaba mandando SMS a Daniel desde temprano reclamándole que estaba harta y que iba a decir todo. El jefe de familia le debía plata a su hermano, y a su primo; el sueldo estaba medio gastado sin haber cobrado gracias al doble filo del adelanto y para colmo de males su jefe cada tanto le seguía los pasos porque había rumores que Daniel estaba metido en un fraude. No obstante algo que si se aprende de la escuela gracias al ciclo del agua de 4to grado es que siempre todo vuelve a empezar. Es por eso que gracias a esta filosofía o al mero acto de supervivencia inherente en el ser humano inmerso en el mundo capitalista, aparece triunfante la idea de pedir un préstamo a un banco que sirva para devolverle a Daniel su masculinidad perdida y como efecto dominó que sirva para alegrar a sus dos mujeres y acreedores. Con todos los problemas resueltos de una sola vez y con una alegría recuperada, para festejar Daniel va al encuentro furtivo con el casino que le dio siempre las ganas de vivir. Ese número estuvo todo el día dándole vueltas en la cabeza, el ultimo billete que recibió del banco terminaba con los mismos dos dígitos que él estuvo pensando. Efectivamente había un destino que lo estaba buscando. O que se escapaba.

A veces nos damos cuenta de los errores que cometemos sólo después de haberlos repetido hasta el hartazgo. Lo cierto es que Daniel se percató que se había gastado toda la plata de la hipoteca en la ruleta recién cuando estuvo arriba del auto camino a su casa. Agarró la ruta a toda velocidad como queriendo escaparse de aquello que se avecinaba; a la vez que se lo veía pensando algún plan de escape, un milagro o alguien que le preste plata para jugarla en la ruleta y de ese modo recuperar el dinero. También pensaba en que quizás esta vez si había tocado fondo, cosa extraña porque todo estaba controlado pensaba, pero si la plata de la hipoteca no estaba entonces podría ser un indicio que estaba algo yéndose de su control. También pensó en decirle lo sucedido a Ernestina aunque descartó la idea. La tipa no le prestaría plata ¿O sí? Él sabe que ella lo ama. Un camión a esas horas de la madrugada iba a toda velocidad cuando se le atraviesa un perro (o una persona gateando a juzgar por la hora y el efecto contraluz).

Si, el camión vuelca en dirección al carril que circulaba Daniel que estaba yendo justamente hacia el abismo oscuro de donde venía el camión pero de la mano contraria y lo choca. Y Daniel pierde el volante, el equilibrio, el sentido de la orientación, y empieza a dar vueltas con su auto; y si bien ese día llevaba el cinturón, el ultimo trompo le cuesta su vida ya que en esas vueltas locas frenéticas tipo borrachera se le atraviesa una rama de lado a lado de la cabeza.

Y cualquier persona podría pensar ¿Qué pasó con Ernestina y los hijos? Y desde ya creo que es lo más importante, sin embargo yo me quedé mirando con admiración que la rueda delantera izquierda del auto volcado al costado de la ruta seguía dando vueltas sobre sí misma en ese paisaje muerto. Como si la muerte y la vida convivieran en el mismo sitio, se pararan sobre el mismo instante o como si fueran la misma cosa.

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