CONJUGANDO EL VERBO AMAR

CONJUGANDO EL VERBO AMAR

Piluchi G.S.

04/02/2019

Pasas un dedo por mi pecho desnudo, acaricias mi alma y de esa forma comienza el verbo amar.

Quiero ignorar los verbos y más, el verbo en cuestión. Soy consciente que entre las líneas de mis manos está grabado el infinitivo: amar y de esa forma aparezco caminando por una cuneta, voy descalza en esto de los sueños y llego al subjuntivo que me arrastra cómo un río desbordado y acabo llorando con el rocío del amanecer mientras trato de esquivar que la flecha me alcance.

Soy consciente de haber vivido tras una coraza de emociones, así me mantuve menos vulnerable hasta que un día de abril llegaste tú; por eso nunca las dejé al libre albedrío, porque esa era la forma de salír ilesa; pero heme aquí.

Ahora me encuentro sumida entre sueños abstractos, luchas internas, suspiro y hago una pausa entendiendo que ni un millón de años me harían olvidarte.

Vuelves a acariciar mi pecho y entre una pausa de miradas cómplices me estremezco, de nuevo aparece ese frío intenso que a veces me amenaza como si una fría espada me cortara o a la vez, un volcán comenzara a rugir.

Entiendo que estar contigo es rozar un sueño prohibido, no permitido, obtuso y casi obsceno si te pienso.

Doy mil vueltas al mundo subida en este globo imaginario donde te observo y el dolor aparece. Te diría cuánto te amo, cuantos sentimientos albergados en mi interior luchan por sobrevivir.

No logro imaginar el puente que nos separa. Estamos en andenes contrarios viajando en diferentes destinos, sin encontrarnos, mirándonos siempre de frente y nunca de lado.

Aparece una niebla espesa, silenciosa, que va calando sentimientos y me confunde. A veces, quiero distinguir tus ojos a través de esas nubes bajas que se empeñan en no dejarnos estar, en no coincidir, en no besarnos o sentirnos o acariciarnos; como si el aliento muriera rozando nuestra piel llevándose toda huella plausible en ella.

Te amo ¡sí!, no te estremezcas.

Me encuentro conjugando verbos y te deseo, bebo de tu aliento y al tiempo, sueño con ese instante en un reloj a la espera de un breve espacio donde coincidir sea un sueño, fundirnos y ser uno solo sea otro y donde sepamos que el espíritu nos visita dejándonos impregnada la piel; ella es la felicidad, porque de esa forma se pasea y nos llena.

Prefiero el presente al pasado, menos en pretérito y más en pluscuamperfecto.

Así lo siento cuando caen las hojas lentamente desprendiéndose de la matriz del árbol que las alimentó ¡Sí! Lo sé, el pasado entra a lomos de un caballo dejando rincones muertos y llenos de recuerdos.

Posiblemente me amas, deseas. Creo que voy a utilizar el verbo en imperativo, me gusta más. ¡Tal vez! Te derrites en miradas, en susurros o en frases lanzadas al aire que llegan a nuestros oídos haciéndonos galopar por un sendero que es solo nuestro.

Yo al tiempo buscando cómo combinar los verbos sin dañar, ni causar dolor y sin darme cuenta hago alegoría a Bécquer con sus rimas sedientas mientras, intuyo que él se derretía en tinta y versos inflamados donde estallaban de forma única plasmando en papel esa mirada azul que le cautivó. Yo también fui presa de esa mirada con el mismo colorido.

Comencé el verbo con el tiempo simple para después pasearme por el compuesto; el de tus labios, los mismos que me hacían estallar en deseo, donde instantes previos el ímpetu nos envolvía y me moría por dejarte un beso. Era así de simple.

Luego aparecían las ganas de más y conjugando llegábamos a la conclusión que nos daba igual el pretérito imperfecto de la situación antes, que llegar al pretérito perfecto y a la vez pasando por el futuro inmediato.

Ella era tu pasado.

Y yo obstinaba en ser tu futuro compuesto: hubiere amado..

—¿A quién, a mí?…—y sonrío como si hubiese ganado la batalla.

Y caen lágrimas de despedida con el verbo entrelazado en mi mano, es el gerundio que golpea el alma: amando y lloro más.

Ni el infinitivo, ni el participio me devuelven algo de dignidad. No quiero ser la otra, quiero ser yo jugando a ganar. Pero está, ella me gano en tiempo y en pausa. Llegó antes a tu vida y ahí, es donde lleva ventaja porque a la vez de tenerte se coló por un resquicio de tu aliento y germinó. Ella es la que tiene derecho a tus días, a tus noches y al balanceo de la vida; lo mismo que me es negado.

Alzo mi voz entre susurros intensos que se cuelan por mi garganta y antes de ser oídos ya se ahogan en las cuerdas vocales donde, reivindico la situación porque siento que también me pertenece, pero ya nadie me escucha… no quiero ser la otra, porque la otra ya soy.

Me descompongo el alma si cabe y llego al presente, al hoy; donde te abrazo y te siento. No quiero mas verbos ni situaciones difíciles, ni elecciones que cuesten la vida. Quiero un instante de tu vida que corra por mi mejilla, resbalando verbos regulares y más cuando desde el principio sabíamos que tratábamos con una irregularidad. Y es que así, es imposible conjugar el verbo amar…..


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