Gladys discutía airadamente en la vereda, era común verlos a ambos gritando, así que doña Marcia se asomó a la ventana y al ver al joven matrimonio, en lo de siempre, siguió atenta a la teleserie turca de media tarde.No pensó en moverse hasta después que los gritos cesaron. Un repentino alarido y el silencio se adueñó de la angosta calle, como si todo estuviera en pausa, eso la preocupo un poco y atinó a asomarse de nuevo a la ventana, allí el panorama era desolador , en el borde de la acera sentado, Sergio lloraba, ambas manos en el rostro y sollozos en espasmos incontrolables. La gente empezó a agolparse en el perímetro, el ulular de los carros de emergencia acercándose, alguien golpeo la puerta de doña Marcia y ella apuró los trancos a la entrada, mordisqueaba una galleta, había subido el volumen de la tv, para no perderse el final del capítulo de aquella tarde

-Sra. ¿puede decirnos si vio u oyó algo?

– yo no vi nada – y retrocediendo para escuchar los diálogos

– ¿está segura?

– no, oficial , apenas escucho y veo

– si pero el incidente ocurrió casi en su ventana. La mujer indica el televisor para justificarse

-ok , ya no la molesto. el ruido afuera se hacía insoportable, un tropel de gente , convirtiendo los murmullos incesantes, en un zumbido de abejas .

se había sentado de nuevo frente al televisor, cuando oyó otros golpes en la puerta, se estiró, pero no logro ver nada, se levantó de nuevo y abrió la puerta despacio

– ¡Sra. Marcia, Sra. Marcia! ¡la muerta es la Gladys!- le dice un chiquillo de 13 0 14, que no puede contener el asombro y espanto , ella no recuerda bien quién es. él comprendiendo aquello, le aclara

– soy yo, el Mauricio, del negocio, en la otra calle

– ohh mauro ¿ estás seguro que es la Gladys?

– sí señora, es la Gladys.

Gladys es una joven de 27 0 28 años, que el barrio en pleno ha criado ,ya que se quedó huérfana muy pequeña, de padre y madre, así que los vecinos, han hecho una cooperativa para ayudarle, vivió con algunas familias hasta los 12 , otro poco en la calle, hasta que doña Marcia dueña de una residencial, decidió, que ya estaba bien, que la chica no debía deambular por ahí y le dió una habitación, que pagaban las demás familias, no quiso cobrarle la comida, porque al fin , ella no tenía hijos y eso de negar el pan, no se hace, era feo, que la muchacha anduviera mendigando . A pesar de aquello, no parece conmovida ,ni alterada por lo recién sucedido, su cabeza ya no funciona como antaño, algo le dice, que la relación con la chica, últimamente no era de lo mejor, porque no recuerda bien ,cuando se fue de su lado, o huido con alguien, y le pregunta al muchacho, que abre la boca confuso ante tal interrogante

– no lo sé

– yo no voy a salir a la calle, hasta que la saquen

– pero doña Marcia ud vivía con ella, y está el Diego, que llora afuera. La mujer no reacciona en lo más mínimo, a éste último comentario, le mira con total indiferencia

– avísame cuando vayan a enterrarla y le compro un par de flores

– ¿y el Diego señora?

– que busque ese quien le aguante, yo no estoy para andar consolando a nadie. El chiquillo retrocede sobre sus pasos y la mira , hasta que la anciana empuja la puerta y la cierra dejándolo de nuevo en la calle

Al rato, más que por curiosidad, que real interés, se acerca a la vereda, allí tendida, tapada con una lona azul, se encuentra Gladys, reconoce la pintura azul de las uñas y las pulseras en varios colores enroscadas, unos mechones color uva, se escapan por la orilla de la lona, no se ve sangre . Un hombre se acerca

– nos dijeron ,que Ud. es algo así como familiar de la occisa

– ¿yo?, no solo le daba pensión, no es nada mío y nada de nadie, la gente a su alrededor aumenta el murmullo, cuando oyen aquella frase

– no van a salir ahora, con que la pobre era hija del barrio y de toda la calle – agrega sarcástica

– no señora, solo queremos saber quién se hará cargo de la chica , hay que entregársela a alguien

– yo, grita doña Pancha a un par de metros, la pobre chiquilla ya sufrió bastante, se merece enterrarla, como dios manda

– ok entonces firme acá, el médico legista le dirá cuándo puede retirar el cadáver

– No puedo creer su actitud doña Marcia, Ud. ha criado prácticamente a la Gladys, le suelta a unos cm del rostro el reproche, que parece quedar flotando en el aire

El chico permanece en el suelo, la gente al pasar le aprieta el hombro o le da golpecitos, pero nadie se detiene hablarle. Debido a ésto el oficial, que hasta ahora,ha permanecido en el móvil, se apea y se dirige a él , con la vista fija en el suelo, a dos o tres metros de la fallecida Gladys

– hombre, ¿Necesita llamar a alguien? , el chico no se inmuta

– oye chico, ¿llamamos a alguien? – tendrás que dar declaración, ¿supongo que lo sabes?. Doña Marcia parece despertar de un sueño, se acerca al muchacho y lo funde en un abrazo, el muchacho sorprendido se contrae

– ¡pobrecita Gladys!! Se la oye decir. El chiquillo se suelta del abrazo ahogante y la mira como buscando una explicación, la mujer enfila hacia su casa tranquilamente y todo el mundo comienza a disgregarse. ya no queda casi nadie, la gente se aleja por lo largo de la calle, y ahí queda tirada y sola en el medio, la Gladys , a unos pasos los policías, en una esquina lejana, Diego sigue llorando.

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