Miro a mi alrededor y no entiendo nada, un hombre muy serio vestido de blanco se acerca y me pasa un líquido espeso por mi frente, una señora me apunta con su celular y saca fotos, hay murmullos, y más celulares sacando fotos.Un tipo sin ropas con cara triste está colgado en un tablón, pero nadie lo mira, lo que importa son las fotos, y más fotos, me cambian de brazos y siguen sacando fotos, me acercan a una batea, el hombre de blanco me moja la cabeza, estoy mirando al revés, lo tengo mas cerca al del tablón, no está feliz ¿que le pasará? no lo entiendo, ahí colgado y la gente lo ignora.

Los que me tienen alzado se ponen en posición para otra foto, otros nenes están en la misma situación, nos miramos y nos preguntamos ¿Qué estamos haciendo? ¿por y para que nos trajeron?.

El rubio con chupete, la nena con vestido blanco, la de la tercera fila con un moño en la frente, nos miramos, y no entendemos que pasa.

Otra mama se acomoda su vestido -Esperá que me acomodo la manga- le dice a su marido a punto de sacar la foto.

Siguen las risas, fotos, voces y gritos que se mezclan

-¡Ahora con la tía, un momento, no saques todavía que falta mamá…otra con la abuela, ahora con el tío Nicolás, Pocha, Menchuuu, Cholaaa ¿Que hacen ahí parados? ¡Pero vengan a sacarte la foto!

La voz del fotógrafo improvisado da las instrucciones

-¡Ahora todos juntos! ¡Más cerca que no salen todos che!…el nene ahí no, que lo tengan los padres, si ahí al medio vamos pónganse en posición, miren acá, ahora no se muevan…sonrían…digan Whisky.

Ya me estoy estufando de tanto pase brazo, y a mí nadie me pregunta nada, soy exhibido como un trofeo. Ahora el ambiente es otro, estoy en un salón con luces y música, lleno de gente y siguen las fotos y yo el trofeo sigo posando. Me dejan a un costado; ahora el trofeo es una torta iluminada con los flashes de celular.

Dos siluetas en la entrada del salón, me hacen señas, en un descuido me bajo del coche y voy gateando hacia donde están ellos, son el rubio del chupete y la nena de blanco.

-Hola te venimos a buscar, ella y yo nos escapamos de la fiesta , nos cansamos del pase brazo de las fotos y los gritos ¿Queres venir con nosotros?

Miro hacia donde están todos, ellos gritan, comen, beben, hablan se ríen. El rubio se saca el chupete me dice.

-No les importamos, son así, a mi me paso lo mismo, fui la estrella el show y me dejaron a un costado para hacer su fiesta.

Ahí afuera hay un señor que nos está esperando, tiene cara de bueno y dice que fuimos los únicos que lo miramos cuando nos mojaron la cabeza.

Salimos y cruzamos el hall, nadie nos ve, llegamos a la entrada, miro hacia arriba y estaba él, con una túnica blanca pelo largo hasta el hombro, con una prolija barba, no tenia la corona de espinas, y sus manos estaban sin heridas.

-Yo te conozco, ¿vos sos el que estaba colgado en la madera?

-Si soy yo…por eso estoy aquí, porque fueron los únicos que me miraron, los vine a buscar, vamos a un lugar donde no sacan fotos, donde no hay manjares, ni gente mayor, y donde ustedes son los únicos privilegiados ¿Vamos?.

-Un momento, ya vuelvo- Entré gateando al salón y todo seguía igual, bailaban cantaban comían, y nadie se fijo que en el coche no había nadie, los miré una vez más y me volví, ahora si tenía la certeza de que ese no era mi lugar. Volví con el de la túnica blanca.

-Me voy con ustedes-

Él puso su mano sobre mi cabeza, y dijo

-Vamos a pasear al mundo feliz, pero no gatees, camina-

-¡Pero no puedo, me levanto y me caigo!-

-Si puedes, inténtalo, vamos…camina, fíjate en los demás-

El rubio me dice en el oído

– Es un mago, tiene poderes, hacele caso-

Me levanté y …caminaba

Cuando salí, varios niños de blanco esperaban, todos tenían mancha de aceite en la frente y el pelo mojado. Subimos a un tranvía de muchos vagones, él lo conduce, nos lleva por un lugar lleno de globos, flores perfumadas, un elefante azul nos saluda, nos acompañan unas mariposas multicolores, en el cielo hay un arco iris de colores intensos, árboles con grandes frutos, verdes prados… y somos felices, muy felices…el universo a nuestros pies, sin gente grande, ni fotos ni celulares, ni música fuerte, la única música era el sonido de las aves. No sé cuánto tiempo dura el paseo pero disfrutamos todo.

Él hombre de blanco para el tranvía, baja se aleja a poca distancia, da media vuelta, nos mira, sonríe y dice:

-Bueno mis pequeños amigos es hora de volver, ha sido un gusto conocerlos, ya saben quién soy y donde me pueden encontrar.

Me bajo hasta donde esta él, tiro de su túnica para que me vea.

-¿Pero donde te encontraremos? yo quiero verte así, no con esa cara de triste y clavado en esa madera larga que hay donde nos mojaron la cabeza.

– Él sonrió se inclina toma mi mano, señala primero mi frente

-Me encontraras aquí.

Luego lleva mi mano al corazón

-¡Y también aquí! y en cada juguete, en cada rincón de sus vidas, siempre estaré con ustedes-

Me levanta en sus brazos, me sienta en el vagón, guiña un ojo y dice.

– ¡Gracias por mirarme!-

Vuelve a la cabina pone en marcha el tranvía, una nube de color arco iris nos envuelve, cuando se disipa estaba dormida en el cochecito, a mi alrededor, se escuchaban música gritos risas ruido de botellas y gente que seguía con el celu sacando fotos mientras yo, dormía muy feliz recordando el viaje con mi amigo de la túnica blanca, la voz suave y su cara de bueno.

Fin

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