La familia reunida entorno a la mesa, por lo menos 30 personas que hablan de diversos temas, unos ríen, otros discuten, otros recuerdan épocas pasadas, los niños corren, se persiguen unos con los otros botando vasos y comida en su agitado juego y yo, yo sentado en silencio, un elemento más del cuadro familiar, amo a mi familia como creo muchos aman las suyas, aunque muchas veces me plantee la idea de ¿por qué nací en esta familia?, ¿Por qué?, me observo detalladamente, mis manos, mi piel, las líneas que en mis manos se dibujan, el contorno de mis ojos, mi nariz puntiaguda, mi espalda, mis pies todo y no encuentro similitud.., no hay similitud alguna, mi forma de vestir, mi forma de observar, nada y nuevamente me pregunto, si no hubiera nacido en esta familia, ¿por qué no nací en aquella otra?, nuevamente me observo, observo a aquellas familias que me rodean y no encuentro rasgos que me acomoden, nada, no me parezco a nada y nadie es como yo o eso creo. Otro de mis cuestionamientos frecuentes era la idea de desaparecer y si se daba el caso ¿alguien lo notaria?, ¿alguien lamentaría mi partir?, tal vez si o tal vez no aunque siempre fui un inerte sujeto que observa, ese creo es mi peor condena, observar, mirar y escuchar todo, nunca se es tan consiente del resto como lo he sido yo en mi vida, observar, ese fue mi don de niño y tortura de adulto, un observar sigiloso, un observar reprimido, observar sujeto por sujeto, cuadro por cuadro, cada elemento que adorna el paisaje. Al mirar se detiene el tiempo, el mirar se avalancha contra lo observado, invadiendo todo el espacio visual, al mirar se detiene el tiempo se sostiene inerte sobre el aire que fluye entre el observador y el observante, al mirar se detiene el tiempo y por fracciones de segundo observo el largo de las pestañas, el contorno de la cejas, la pigmentación de los ojos, las delicada arrugas que se forman en el rostro,observo los vasos a medio servir y como quedan impregnados con labial color rosa tenue, los ropajes que llevan puestos los invitados, he imagino cuanto tiempo gastaron endecidir ponérsela para la ocasión, percibo el olor a cigarro, a carne fría a medio comer sobre la mesa, el nauseabundo perfume de la cerveza, la mezcla de perfumes en el ambiente, el mantel manchado, los zapatos salpicados de barro, el hedor de los animales que ladran por un resto de comida, los alientos, mezcla de comida y alcohol, el pasto quebradizo, las flores secas en un macetero, la madera crujiente de la antigua casa, todo y cuando digo todo realmente digo todo, creo que podría describir por ejemplo centímetro a centímetro y con las medidas exactas el rostro de mi madre, los degrades rosas y pálidos de sus mejillas y el cansancio en su mirar, sus pequeños parpados cansados carentes de alegría, su color castaño, su redondeado pelo, su ojos cafés, amarillos al sol, No sé si alguien sea tan consiente de mirar como yo miro, no sé si alguien observe con tanto detalle la vida como yo la observo.

Recuerdo la primera vez que vi a mi amada, tendría yo unos 12 o 14 años, la vi sentada, la vi de pie, la vi de frente, la vi de espaldas y me enamore, en verdad nunca me amo ni yo a ella, fue fugaz nuestro amor, un amor romántico y cómplice un amor sin sexo, un amor sin besos, un amor carente de afecto físico, un amor intenso en las palabras, un amor ardiente de placeres cerebrales, demasiado intelectuales para amar a otros, ese fue nuestro amor pasajero, efímero como el amor, sincero como ninguno, tuvimos platicas que duraban horas mas no recuerdo sus palabras, ni siquiera su timbre de voz, nada, intento recordarla a diario pero no recuerdo, solo recuerdo el bamboleo de sus labios, su lengua golpeando con furia sus pequeños dientes, recuerdo su aliento colarse por los agujeros que la lengua deja al golpear las mejillas, o dios mío que hermosa danza, divino espectáculo el que me brindabas, armoniosa vida, perfección corporal, lo recuerdo todo, sus labios rosas que parecían iban a estallar envueltos en tersa piel, sus dientes levemente separados, ja ja ja, lo recuerdo todo, artístico cuadro el que me brinda mi mente, muchas veces lo recuerdo en blanco y negro, tu lengua danzando agitada entre las mejillas, un piano me deleita con su dulce melodía y el ruido del mar, muchas veces quisiera recordar tus palabras y mis respuestas pero no puedo solo recuerdo la danza que obnubila mis recuerdos.

Recordar fue otro de mis grandes dones, ¿tal vez un buen observador merece una buena memoria? o es por la culpa que hoy me aflige, no lo sé y no me lo pregunté hasta éste momento, recostado, vestido con harapos y borracho mas no de alcohol, siento una embriagues extraña, náuseas recorren mis entrañas y una felicidad particular me invade el cráneo, mientras sigo recostado entre mar y arena, no sé si sigo vivo, no sé si ya estoy muerto, tal vez nunca viví, tal vez nunca moriré, mi existir sesgado con los pies en el agua y la cabeza en la arena el resto de mi ser levita en el aire, mis brazos cuelgan, mis dedos casi tocan la arena o al menas eso creo, no soy de ninguna parte ni veo más que a mí mismo, el mar y las dunas. Desde hace meses observo punto por punto el atardecer dorado, observo grano por grano el árido desierto, buscado respuestas y nada, ya ni siquiera tú me hablas señor, hasta mi conciencia a enmudecido por el ensordecedor ruido de la marea.

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