María nació, ¡tan pequeña, tan pequeña, tan pequeña!, que los médicos no le daban ninguna esperanza de vida, ni tan siquiera querían darle la medicación que necesitaba. Pero gracias a sus padres que son mucho más inteligentes que esos médicos…¡Se la pusieron! Y… ahí tenéis a María, con 18 años. Bueno… algunos más.

Ella recuerda su infancia yendo y viniendo de un hospital a otro y con una ilusión.

-¿Cuál?

-La de ir al colegio.

–¿Cómo?

-Pues…como el resto de niños.

Aún recuerda el berrinche que pilló el primer día porque el director no la dejóentrar, ya que según él, María, tenía que ir a un colegio especial. De nuevo, gracias a sus padres que lucharon con uñas y dientes, María pudo conseguir su sueño.

Llegó la hora de incorporarse a la vida laboral.

Una entrevista. – ¡No puedes!

Otra entrevista. – ¡No sirves!

Otra entrevista. – ¡No vales!

Claro, siempre hay alguien dispuesto a darle una oportunidad, eso sí, siempre tiene que demostrar estar a la altura de los demás.

Un día inesperado, el amor llegó a su vida. Se sentía feliz viviendo en una nube, hasta que él influenciado por su familia decidió bajarse de esa nube.

Maria no sirve, Maria no vale, Maria no puede, Maria no te sirve para nada. (Voces)

La nube se convirtió en un rayo, y ella cayó fulminada por el eco de esas voces, no las entendía, porque ni tan si quiera la conocían.

Cuando Maria conoció el teatro, se sintió feliz porque nadie la juzgaba, y podía hablar, hablar y hablar sin que nadie la interrumpiera.

Fin

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