Era la primera cita, oficialmente iba a verte por primera vez, no más misterios ilegales, no más sueños robados, ese día serías tan real como yo.
Llegué dos horas antes, estaba ansioso y no quería arruinar nada, me envolví en un viaje que parecía eterno, cada parada de autobús, era una escalada en el tiempo, un mundo más cerca al tuyo.
Bajé del bus para ir a un super a comprar chocolates, tu sabes, era oficial. Quería tener la pinta del chico más enamorado del mundo, bueno así lo era. Llegué al super con un laberinto en la cabeza, eran sueños y fantasías donde tú eras la protagonista, tomé el mayor cuidado al escoger los chocolates, debían ser los mejores.
Todo era nuevo para mi, las charlas hasta altas horas de la noche, el meditar sobre tí en mis ratos libres, escuchar una simple canción y de pronto hacer tuya cada palabra.
Escogí, pague y salí. Rumbo a tu casa sentía cosas extrañas, tenía miedo, estaba excitado por lo desconocido.
Decidí caminar rumbo a tu casa, estaba cerca si mas no recuerdo. Camine con mis dudas tomadas de la mano. ¿le iré a gustar? ¿Pensará que soy raro? ¿Será mas alta que yo? Montones de preguntas absurdas brotaban de un manantial en mi cabeza. Que tontería, solo ten fe en ti susurraba mi conciencia.
Seguí caminando, por barrios que tiempo atrás fueron míos, estaba flotando en mis recuerdos, rememorando imágenes aquí y allá. Como ráfagas cruzaron mi mente voces y risas. Veloces y llenas de sabor, dejando una estela sepia a su paso, olor a melancolía, a perfume muerto, añoranza.
Oía cada paso, cada latido, me estaba volviendo ¿loco?. No, Solo estaba enamorado.
Seguí el camino amarillo ese que te lleva donde tus deseos se hacen realidad y conforme me acercaba a nunca jamás, el sol se apagaba al horizonte.
Es así que llegué, el primer puñado de estrellas estaban ya observando y la luna besando el cielo.
-Que hermosa noche me dije, es tan perfecta como ella. Vaya que cursi sonó eso, reí.
La llame, aún no llegaba a casa, era otoño y las hojas se veían esparcidas en un suelo maltratado por el asedio de los años. Aún en las hojas estaba ella, siempre ella. Eran las 18:00 tenía frío, pero ella valía cada escollo que presentara el camino.
Dieron las 19:00 estaba impaciente, vendrá, cuando un dulce y delicado silbido se deslizo a mis oídos
-Dios!! Era ella estaba tan celestial, era mejor que en las fotografías, Con unos ojos enormes y rasgados, de tez como el algodón, de labios sensuales misma diosa olímpica, ese cerquillo que resaltaba su mirada de gata era simplemente mágico. Me dijo en un momento bajo, yo, lelo aún, no respondí.
Al tenerla delante mio pude notar que era un ángel, mi alma cayó de rodillas, su voz que ya no era misterio, era tan angelical, solo oía cantos gregorianos.
Era una sinfonía a la belleza, una oda a lo magnifico, el mejor trabajo de Dios, su mejor escultura.
Podría pasarme todo el día narrando cada detalle de su perfección, pero mil palabras no son suficientes para describir lo infinito ni lo diáfano del alma suya.
La mire y sonreí muy nervioso, sentí por primera vez las legendarias mariposas en el estomago revoloteando, de aquí para allá.
Es donde te das cuenta cuan absurdo resulta un simple Hola, las palabras simplemente nos abandonan, los pensamientos nos asedian, reímos bobamente.
Nos presentamos, reímos y como un chiquillo tonto escondí los chocolates, se los entregue. Su sonrisa podría describirse en la luna menguante, hermosa, magnifica, pero por alguna razón, incompleta. Ella parecía triste, un aura especial un poco opaca emanaba de ella.
En fin… caminamos rumbo a una anticuchera, a por algo que comer, mientras caminábamos, compartimos un poco más.
Su amor por los gatos, el rock, la luna, los sueños, las fantasías, todo.
Ella representaba esa pausa que solemos dar a lo apresurado de la vida, para darnos cuente de que este viaje terrenal, no es del todo malo, que debes en cuando se puede palpar el cielo sin necesidad de abandonar el suelo.
Tenía el poder, tan fantástico debo decir de detener el tiempo y hacerlo eterno en sus ojos. Si bien el tiempo, solo es relativo, ella era un claro ejemplo de eso. A su lado un minuto podian ser años y eones tan solo segundos.
En el restaurant, la mesa servida ya, no podía dejar de verla, Dios! como algo tan simple y mortal como comer puede verse tan glorioso en ella.
Si para algo soy bueno, es para hacer reír, soy como el bufoncillo de la gente, no es algo que me moleste, resulta ser útil con las chicas así que no me quejo.
Nos reímos mucho, le leí un poema que escribí, muy cursi debo decir. Pero la calidez de su mirar valió tal bobada.
Terminamos, pagué y salimos. Encantados el uno con el otro, caminamos a su casa por un parque, cuyas sombras escasas ocultaban el pecado de los Hombres, la luna, el cielo, el perfume del mar, todo era un plan no planificado pero perfecto.
Llegamos a casa, me beso en la mejilla, subió a los cielos y yo quedé obnubilado, ya nada era gris, todo se había teñido de color.
Camine al paradero, «Yellow». La canción fue exacta, no se porque, no se quien la hizo sonar, si le di reproducción aleatoria.
Termine mi viaje al subirme al bus, había hecho un viaje de horas solo para visitar un universo único, una extraña mezcla de maldad y bondad. Y pensar que por años considere a la mitología solo eso, mito.
Ella era lo irrefutable, un nephilim había pisado mi vida, el alma la tenía aun ebria de felicidad por lo sucedido. Fue un viaje largo lo sé. Pero valió cada maldito minuto de travesía. Solo para saber si los sueños son reales.
Ahora lo sé y espero tu también.
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