Si hoy fuera tu cumpleaños

Si hoy fuera tu cumpleaños

Faustino Salas

21/08/2017

A decir verdad, nunca me gustaron las celebraciones de cumpleaños, aclaro, no las mías. Siempre fuí muy reacio a los regalos, los pasteles, las mañanitas y en general todo aquello que implicara una inversión adicional en mi persona. Probablemente porque aprecio las cosas simples, las espontáneas, esas que se dan sin un motivo aparente, aunque, si me pongo a divagar sobre el fundamento de los alicientes, probablemente terminaría por concluir que, todo lo que hacemos o no hacemos, obedece a una razón, y esta razón se traduce en impulso.

No puedo decir que soy fanático de los detalles, pero creo firmemente en ellos, como una forma de demostrar cualquier tipo de afecto. Después de todo, ¿no hay un momento en la vida en la que deseamos que alguien se sienta bienquisto por nosotros? Mi respuesta, sin temor a equivocarme sería sí. Los más avezados en temas del corazón, dirían que «el amor está en los pequeños detalles», y se atreverían a condenar: «haz algo pequeño constantemente y verás como logras grandes cosas». Ya lo decía el mejor comediante mexicano, Mario Moreno «Cantinflas», de manera hilarante, a la hora de pormenorizar los eventos infortunados en los que se veía involucrado: «ahí está el detalle» (La frase sirvió de título a un película, que en su momento fue considerada la mejor de Cantinflas. Dirigida por Juan Bustillo en 1940).

Creo firmemente en la experiencia de dar, de darse. Y darse, en el momento en que la intención y la emotividad te envuelven, puede resultar en una experiencia inolvidable rodeada de detalles, pequeños o grandes, eso realmente no importa. Considero también que se ha comercializado tanto la palabra, que el detalle se toma como sinónimo de adquisición de algún producto o servicio. Los anuncios publicitarios hacen mucho énfasis en ello. El detalle como una distinción. La distinción como un estatus. El estatus como algo costoso. Y así nos colman los sentidos haciéndonos creer que si no tiene un precio, el detalle pierde valia. Lo mismo para el que da, como para el que recibe.

Por cierto, la palabra detalle, se origina del francés détail, que surge del verbo détailer, y significa cortar en pedacitos, por antonomasia entonces, un detalle debería ser algo pequeño, sin menoscabo de su valor comercial.

Las cafeterías son lugares de ensoñación, para mí. Me agrada sentarme a pensar, a inventar historias, a forjar sueños, a crear detalles. Así pues, me invadió la idea de qué hacer si hoy fuera tu cumpleaños. Imaginé comprando algunas docenas de rosas. Si alguna vez te has preguntado, al igual que yo, por qué las rosas se venden por docenas, pues bien, se dice que el número 12 encierra un significado mágico, tenemos que 12 son las tribus de Israel, las constelaciones zodiacales, los apóstoles. El número doce fue la base del sistema sexagesimal babilónico, de donde nació el número de meses del año. 12 docenas de rosas, me parece que sería entonces un maravilloso detalle.

Te invitaría a casa, o al sitio que pudiéramos llamarle hogar. Deshojaría las rosas cuando estuvieras a punto de llegar, para que no se marchitaran (no tan rápido). Te haría un camino de pétalos desde la entrada, hasta nuestro sitio favorito, cualquiera que fuera. Dibujaría un corazón con la palabra «te amo». Se me ocurren pétalos color blanco y rojo. Pureza y pasión. Pondría un par de ellas en un vaso, cerca de un buró o cualquier otro mueble que te quedara al alcance de la vista. Compraría un vino. Blanco, porque sé que es el que prefieres. Al momento de tu llegada te pediría que siguieras el rastro. Sé que amas las rosas, por lo que imagino que jugarías con sus pétalos, como una chiquilla en una piscina de ensueño. Te prepararía una cena. Mis habilidades son limitadas en la materia, pero pondría mi mejor esfuerzo. Miraría el reloj una y otra vez, esperando ansioso tu llegada. Con el paso de los minutos, es probable que se fueran secando los restos de las rosas, y por eso volvería a ver el reloj. Vigilaría la cena y el vino. Otra vez el reloj. Otra vez la impaciencia por tu llegada.

He dicho ya que las cafeterías me provocan ensoñación. Es el sitio ideal para planear. Soy de las personas que tienen la mala costumbre de revisar con cierta constancia el teléfono. De vuelta a la realidad, pero sigo creando escenarios con instructivos detallados, llamados «¿qué hacer si hoy fuera tu cumpleaños?». Miro el teléfono y me percato de tu mensaje. Lo abro, siempre con emoción, cuando de tí se trata. Lo leo cuidadosamente, no una vez, sino varias: «Feliz cumpleaños cariño. Que tengas un día maravilloso». Viene a mi mente otra vez la imagen del gran Cantinflas. Parece que me mira de fijamente. Yo lo observo también. Uno de los dos guarda algo en la mirada, algo parecido a la tristeza. Me sigue mirando y sentencia, con cierto rasgo de comprensión: «ahí está el detalle».

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