Un hombre caminaba el desierto, cuando llegó la noche se arrastraba, encontró una casucha, parecía que iba a desbaratarse en cualquier momento.

Por dentro la estructura era firme y más amplia de lo que se veía por afuera.

Al fondo tenía una barra, en ella dos tipos bebían cerveza en silencio, uno de ellos, el más anciano se inclinó y gritó:

—Hey, Houdini ¿Será que puede haber algo de música por aquí?

—Ya voy —respondió una voz apagada en el fondo de la bodega

—Sí, necesitamos fuego —dijo el otro sujeto en la barra— vamos Einstein ¿Será que estará listo para hoy?

Pero nadie contestó.

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