Comienza el día con una canción de Spinetta que me da paz, no sé porque pero es bueno tener paz cuando tu tiempo comienza a pelear con “el” tiempo, levanto mi cabeza y comienza a desandar esa maquinaria tan impredecible que es mi cabeza, recuerdo el ultimo sueño y deseo que se cumpla (de vez en cuando algunos sueños desatan sus lazos y cruzan esa imperceptible frontera que se llama realidad) por eso dicen que hay que tener cuidado con lo que uno desea o sueña, salgo de la cama que me pide a gritos que vuelva, empiezo a extrañar la almohada donde alguna vez el colchón fue de piedra en tantas de “esas” noches, pero esta mañana el sol brilla, bah, siempre brilla para todos, lo difícil es verlo, miro al espejo y lo primero que encuentro es alguien que está viejo, pero le gusta estarlo, se llama experiencia pero yo prefiero el término evolución, se queda el idiota mirándome como si le debiese algo, quizás sí, quizás le debo todo lo que hoy soy, porque gracias al barro es que crece el loto, fue necesario todo me digo y así comienza mi día. Saludo a mi perra, es la única que se alegra de que yo me despierte con el alba, juego tres segundos con ella, por que llego tarde (siempre llego tarde), hasta mi vida empezó tarde, me descubrí a destiempo, en delay con las otras personas (desde pequeño.
Arranca la motocicleta, y se respira el aire frío, cruzo por esa calle topándome con el colectivo de frente (es lo único que cruzo en mi viaje) me recuerda a las miles de veces que lo espere, donde se hacían interminables los minutos hasta que por fin aparecía allá a lo lejos, felicidad efímera al verlo llegar, ansias de encontrar a alguien nuevo, pero siempre viajan los mismos, los mismos, los mismos. Cruzo la calle de tierra mirando hacia atrás, siempre hay que mirar hacia atrás (de la vida) y a los costados (de nosotros) antes de cruzar, no vaya a ser cosa que algo (sujeto) nos atropelle, y cambie el sentido de la mañana (nuestro futuro), paso por el matadero y me recuerdo a mí mismo una promesa que hice hace años, ser vegetariano, me da aspecto sombrío ese cementerio en donde animales oprimidos van desahuciados caminando lentamente a la muerte, me hizo acordar a la vida de varias personas o al trabajo mismo, acelero, por que llego tarde, siempre llego tarde, no uso reloj para no perder tiempo, porque mi tiempo es mío, no el que me dictan un par de agujas, cruzo el puente y recuerdo una caída, de esas que duelen pero te hacen acordar que estás vivo, supongo que las calles siguen siendo mías y ya el sol queda a mis espaldas para darle la bienvenida al nuevo día, recién se está desperezando la ciudad y yo casi llego al trabajo, subo las escaleras y golpea en mi sien el calor desde adentro, pido un café y ensayo lo que me espera allá a lejos como las diez de la mañana o el día de mi jubilación. Pienso que tal vez debería escribir sobre todo lo que me pasa desde que me despierto hasta que llego al lugar de trabajo, detalles, eso hace distinta a la vida, detalles, simples detalles, tal vez sea mera descripción de mi mañana, tal vez hoy sea como todos los demás días o tal vez hoy te vea.
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