Un viaje

Y salió del lugar montada en su barca de palabras. El viento ayudaba a las velas a alzarse flamantes, hinchadas de un gozo insultante.

Se sentó al timón y mirando entretenida la estela que dejaba atrás quiso sentir algo, pero no fue así.

Parecía vacío, pero no era tal , quizá un paréntesis inusual fruto del extremadamente nuevo fragmento de su vida.

No, ya no sentía ese retortijón de culpa que inundaba sus ojos cuando partía de viaje. Sus muy amados hijos, su marido, su hogar….

Hoy esos timoneles ya no dirigían su barca . Era ella y el destino.

Destino que sabía iba de su parte como la estrella del norte .

Y antes de zarpar al viaje, un viaje mucho mayor se había realizado. Eran sus Itacas personales.

Hoy se sabía libre como el viento y los pájaros, como el sol de la mañana y la más asombrosa tormenta.

En su barco de palabras todo se podía escribir, sin censura , infiernos y paraísos todo contenido en el espíritu de las letras Y dejándose llevar por el mar se veía surcando en su barca de mujer intrépida

Y entre los vaivenes de cubierta sujetando con fuerza su tablet se entregaba al dulce conocimiento de las palabras, que surgían comunicándose desde dentro. Pintando autores conocidos recreando, amando lo que allí se producía.

Y los meses jugaban con el color de su cabello y de su piel y se permitía experimentar con el tiempo camaleón,

Las palabras se enredaban en su cabello y se mostraban burlonas, quitando peso y gravedad a algunas sentencias.

A veces se veía cursi y algo remilgada y otras como gladiador.

Los momentos más intensos se daban cuando llegaba al final de sus relatos.

El deseo de liberar era más fuerte que el concepto que tenía de sí misma

y le gustaba presentarse como escritora en los puertos donde fondeaba.

Sabía que tarde o temprano tendría que regresar, que la experiencia elegida tenía varias partes

la tercera y no menos importante la integración de lo vivido.

En este caso sería salir del armario de las palabras y exponerse a la crítica ajena, a la opinión,

Allí la valentía era tanto o más importante que en otros, momentos del viaje.

La autocrítica prometía devorarla como de un gigante salido del mar, un Poseidón sin perdón.

Había llegado el momento y no valían las excusas. Nunca fueron buenas, pero eran hábiles para disfrazarse y no verse reconocidas .

Había llegado el momento de la verdad. El momento álgido de aquel viaje que comenzó hace lustros y hoy podía culminar.

La noche había sido difícil dentro de su pequeño camarote las olas le mecían nerviosas una y otra vez.

Entre sueños veía gentes borrosas de futuros y pasados inciertos, películas cargadas de misterio y drama. De enseñanzas ocultas de numerologia danzando. Décadas terminadas en número 5 que unían a sus cinco. Señales que se conviertian en otras. Un único ojo, un cerebro en expansión, sin contención ni límites.

A la mañana siguiente inhalando los aromas de su café intentaba serenar la vorágine de sus recuerdos aún frescos como la mañana.

Conocía su único destino de aquel día. Aferrarse a sus manuscritos y tener el valor para publicarlos.

Y así ocurrió que llegó a puerto en el momento que pulso send y se permitió vencer a sus dragones llamados miedo y estar abierta a la nueva aventura de su vida.

Al pisar tierra firme se recordó algunas consignas, como entender que para los demás el tiempo habia tendido otro ritmo, normalmente algo más lento. También recordar que las vivencias eran propias, que se pueden compartir pero no atosigar, y sonrío pícaramente para si misma.

Hizo un pequeño recuento de regalitos adquiridos en diferentes puertos, esos puestos en puertos pequeñitos perdidos por litorales de dunas o rocas .

El espíritu de la aventura todavía estaba adherido a sus movimientos así que se dejó llevar por sus susurros.

Y tomando un pequeño callejón que prometía sombras se adentró en el.

A mitad de la calle se podía distinguir una silueta que se aproximaba, parecía un sonido familiar el de ese caminar. Prosiguió avanzando y al instante de encontrarse ambas siluetas se paralizó su corazón misteriosamente. Algo lle llevó a una explosión de amor al ver el rostro tan bello y conocido de su amado de sus ojos brillantes de su piel oscura de su sonrisa resplandeciente. Se había ido, se había perdido, había perdido todo y había ganado todo de nuevo.

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