Aparecí por el pueblo, después de veintitrés años, en octubre del 2027 para ser precisos; casi un cuarto de vida de un longevo de 100 años. Casi nada; solo qué cuándo me fui tenía 50, lo que quiere decir que tengo 73 años vividos, mal o bien, pero vividos. Luego que recorrí el barriofui a un bar y bebí dos pintas de buena cerveza; entonces me puse a reflexionar sobre este viaje de la vida.
No te asustes, pues seré irreverentemente… irreverente.
Los achaques son notorios, ya no me van las quinceañeras como cuando tenía 20; como con Noemí en los ’70. Nuestra pareja duró cinco años y me puso unos cuernos del tamaño de un buey nepalés, que ya son grandes. Pero luego llegó Lucía, Mónica, Andrea, Susana. Alejandra. Vicky, la hermana de Vicky, (el hermano se salvó por feo), Graciela, Cristina y terminé el recorrido con Julia, 16 años mayor. ¡Bien por mí! ¡Qué joder!
A su lado viví la aventura de todo chaval, casarse con una madura y de cuerpo espectacular.
Pero no todo es rosa en la vida; para poder apreciarla, la jodida te exige que pierdas, como en el casino, igual, vas de ganador y la bola se planta en el cero, por supuesto que no has apostado a él. Te quedas como dice el poeta, arriba de una calabaza chupando un palo.
Se murió, sí, se murió por esas cosas que tiene el destino, enfermó y murió.
Para resarcirme me lo monté con una divorciada.
Mala cosa el no saber elegir cuando debes.
De similar edad, me llevó por las sendas del conflicto diario.
Que si esto que hacía estaba mal, que aquello que hice fue negativo, que si lo otro era una mentira, que sí, que no; al final, ya lo dije cuando tenía quince años, «cuando una taza se rompe es al pedo repararla, está rota y a otra cosa mariposa.»
Un buen día de buenas a primeras me largué e inicié el divorcio. La bola se plantó en cero nuevamente, pero no era yo el que jugaba, la pelota estaba en el campo ajeno.
Idas y vueltas me esperaban en el dilema, que si quería a mis hijos, que si quería a otra, yo qué sé.
Al final otra apareció; una que los cielos mandaron para que apaciguase mis penas, un ángel con 21 años menos.
Ahora díganme ustedes, con 51 y se le presenta un ser divino, con las atribuciones de la mujer perfecta, con dos décadas menos, ¿qué coño haces?
Pues lo que corresponde, darle para adelante y sin mirar atrás.
Así fue, me casé por tercera vez con quien podría ser mi hija y lo bien que nos llevamos.
Claro, estarán esperando que le diga que me abandonó por uno más joven, o que me puse tan borde que me mandó a tomar por culo.
No, se equivocan, aún está a mi lado.
Entonces tío, ¿Qué vienes a contar? ¿Qué eres feliz y enrostrar que nosotros no lo somos?
Pues tenéis razón, a eso vengo.
A darles por el culo con mi experiencia, a demostrarles que todas la teorías que tenéis son falsas, que la vida no es tan mala.
Solo son malas las decisiones que tomamos sin tener en cuenta las consecuencias que traerán. Eso es ser un gilipollas de primera prensa, como el aceite virgen de oliva, igual.
Y me preguntaréis ahora ¿cómo sigue tu rollo?
Pues no hay rollo, solo mi vida vivida a mil por hora, sin arrepentirme, sin cargar con culpas, sin responsabilizarme demasiado de lo que dirán o pensarán, sin medir si se causa dolor o placer, todo pasa por ser tú sin reparos ni barreras.
Di lo que piensas, actúa de acuerdo a tú corazón, haz de acuerdo a tu cerebro, responde con las tripas, no te amilanes ante nada, no jodas demasiado o sí, depende de quién sea el jodido.
Levántate cada mañana y piensa en quién te vas a cagar de risa ese día, lo pasarás pipa.
No te acuestes temprano, las musas son nocturnas.
Bebe cuanto quieras, el alcohol es un buen conservante.
Come picante, que lo que pica hace hervir la sangre, y con la sangre hirviendo no hay quién te pare.
No uses drogas, eso es realmente malo, antes cómete un taco mexicano que te saque el culo para afuera cuando vayas a cagar.
No pienses en el mañana porque no sabes si estarás, no lo hagas con el pasado porque eso ya fue, no le des bola al presente porque no tendrás tiempo de reaccionar. Solo vive, esa es la fórmula.
Y una última si me permites, «el secreto de la vida es amar a los demás»
Que te vaya bien pedazo de gilipollas, nos veremos del otro lado y no olvides que te espero con un par de birras bien heladas, habrá mucho de qué hablar del viaje realizado.
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