ELLA

Sus ojos parecían nubes cargadas de agua.

Sus lágrimas bajaban lentamente por su cara, mientras en sus mejillas, un pequeño riachuelo de maquillaje desdibujaba su rostro.

Perdida en sus pensamientos se encontraba; uno a uno el cuadro de sus ayeres revivía y pintarrajeaba de nuevo su presente, viéndose en ellos, como una “Alicia a través del Espejo”.

No era consciente del hoy, pues habitaba en una atmósfera simbiótica del antes y el después, como vida y alimento, como la muerte y la eternidad; cosas extrañas, situaciones aparentes que no se quieren, que no se necesitan, pero se complementan.

Una mosca se posó sobre su frente, y la vio cual si fuera una señal, un lunar sobre su rostro, una de aquellas marcas que te deja la guerra, por el hecho del vivir, del existir, del caminar sobre la tierra, de estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado.

Intentó de nuevo maquillarse y prestó poca atención a los detalles…

Rímel en sus labios, pintalabios en sus ojos, y con su pestañina seca y sin una gota de color en su interior, trazo una línea imaginaria, para mostrarle al mundo que allí estaban sus labios, que su boca era tan visible, tan única, tan importante; como los hombres que tenía guardados en las palpitaciones de su corazón, esos mismos a quienes entregó: alegrías y tristezas, noches planas y soledades amnésicas, sexo, placer y dolor, entrega fingida, una media vida, una larga vida y una única vida.

De su ultimo amante, el de la noche anterior, nada absoluto recuerda, ni el tamaño de sus besos, ni el sudor que lo bañaba, ni el tatuaje allá en su espalda, que de hombría le llenaba y como bien lo recuerda de las frases populares “Los hombres no tienen memoria y las putas, putas son”.

Una sonrisa le trajo del flashback de la película en que se miraba… Divagaba entre el pasado y el futuro.

En el espejo en el que se reflejaba así misma, no podía reconocerse, era poco lo que de ella quedaba, lo que de ella misma recordaba; de nuevo el silencio y aparecieron sus lágrimas, como un tsunami de sensaciones que sacudieron todo en su interior.

Tantos años intentando ser distinta, luchando por ser la otra, la que todos hubiesen preferido:

  • Buscándose dentro de sus lunares,
  • Dentro de sus oxidadas relaciones,
  • Dentro de las depresiones ocasionadas al fingirse en sus orgasmos,
  • Buscándose en las Madonas, que socorren al primogénito en el Calvario,
  • Portándose en la intimidad como una maldita piruja, para complacer a sus amantes,
  • Siendo la casta, la pura, la mujer de casa, la señora fiel, ante la miradas de sus vecinos a través de las ventanas.

¿Y para qué?

Si el hombre que robó sus sueños, su dignidad y su pureza; es el amante invisible, el intocable, el indecible, el perro que monta la perra, sin importar la raza de ésta.

Ayer tenía 15 años, 20 años, 30 años… tal vez 50.

Y las arrugas que trae, son las huellas de la vida, cada una representa sus caídas, levantadas, sus pesares, sus dolencias, los machos que la tuvieron, sus días sobre la tierra, sus sueños irrealizados, sus obsesiones y metas, la doncella ya no existe, la niña no se refleja…. En su espejo imaginario, ha quedado solo ella.

Escrito Por Damián Labrada Quintero

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