Despedidas que no avisan…

Despedidas que no avisan…

Ah¡, ¿si me despidiera?, ¿si dijera adiós, así de repente?,

seguro sería con las manos llenas,

de todos los trinos que pueblan la higuera,

que por mi ventana entran canturreando, con olor a frutas de cualquier manera.

Ah¡, ¿si me despidiera …, así de repente…?

Iría impetuoso a encontrar azules,

que se han extraviado en los laberintos de los mares bruscos,

ese añil oscuro.

Y las palideces cuando se serenan,

y queda la espuma del luchar de olas, sobre las mareas.

¡Cuando yo me vaya! …,

cuando yo me ausente …,

me iré tarareando las cien mil maneras,

que rompen las aguas cuando los recodos,

quieren confundirlas,

saltan, se despliegan en miles de luces,

como si ellas fueran las mismas estrellas.

Cuándo te alejaste …,

esos tonos verdes, que un día envolvieron

con aquella rama, todos los adioses que tú concebiste,

(parecía mi mano, el pálido fruto que se desperdicia,

que luego arrojamos, sin mirar siquiera a dónde se ha estrellado),

siguen esperando, mirando a ese lado.

¡¿Y si regresaras …?!

Volvería a esperarte… Sí

Y aunque yo supiera del final corriente,

llenaría mis cestas de los trinos dulces de mi fiel higuera,

guardaría las olas envueltas en musgos para que no sequen

todos sus azules.

Mojaría tu rostro con brillantes gotas,

las de los recodos,

las que nos recuerdan todas las estrellas.

Y la rama verde …,

¿la que me ocultara el batir de manos, cuando te perdía?,

¿Esa rama verde…?,

esa rama verde …,

yo la dejaría.

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