Ángeles no vuelan todos los días

Ángeles no vuelan todos los días

Olga Rincón

17/06/2017

Mi espíritu algo bohemio y poco ligado con la realidad me ha hecho sumergirme en pensamientos que me exhortan a escaparme hacía mundos irreales, que quizá nunca pueda saber si realmente existen. Mis viajes han sido siempre buscando aventura, no lo tradicional, es así como nunca estuvo en mis planes el típico sueño de conocer el mar, como lo es para la gran parte de las personas que viven en una ciudad cualquiera lejana al océano.

Me sorprendió mucho la invitación de mi mejor amiga para que la acompañara a conocerlo, siempre había tenido en su mente que éste sería el viaje de su vida. Fue así como sin mayor planeación, nos fuimos a conocer el tan anhelado mar.

El vuelo duró dos horas. Llegamos un jueves en la mañana en un caluroso día de abril, mi amiga irradiaba felicidad y expectativa; yo por el contrario tenía tranquilidad y mi emoción se basaba en ver su alegría. El hotel fue buena elección, y nos dispusimos a descansar un poco, a ducharnos y cambiarnos para poder cumplir su mayor sueño.

Comimos en un bello sitio rodeado de palmeras y jardines, pero la deliciosa comida no quitó la ansiedad de mi amiga por ver el espectáculo que se imaginaba en su mente, así que una vez terminamos nos dispusimos a tomar un taxi que nos llevara lo más cercano al mar, el recorrido no duró más de 10 minutos, cuando empezamos a divisar la grandeza del océano completamente azul que con suaves ondas bailaba en un ir y venir chocando contra los cuerpos de algunos desprevenidos bañistas.

Nos bajamos impactadas, y aunque no era mi sueño, debo decirlo que quedé plenamente maravillada por la grandeza de aquellas aguas y su inmensidad, sentí una sensación que me absorbió por completo demostrándome una vez más que solo un Dios habría podido crear algo tan perfecto y maravilloso. Nos bajamos del taxi con la mirada puesta en el mismo lugar, y en ese color que por fin entendí que se le dijera azul cielo, obvio así debe ser el cielo. Nos acercábamos a la orilla para tomar algunas fotos cuando sentí una mirada que me recorría completamente y al sentirme tan observada giré mi cabeza, cuando vi unos ojos con el mismo color del mar que me miraban como si no hubiera nadie más en aquella playa, como si me amara desde siempre, como si me hubiera buscado desde la eternidad, me sentí estremecer y no pude sostener mi mirada por más de unos pocos segundos.

Estuvimos toda la tarde entrándonos en las refrescantes aguas, pero aquellos ojos que me hicieron perder de la realidad no volvieron a aparecer en el resto del día. Al caer la noche, nos dispusimos a ir nuevamente al hotel, darnos una ducha y colocarnos nuestro mejor traje para salir a conocer la vida nocturna de aquella bellísima ciudad. Fue mientras arreglábamos nuestro cabello y maquillaje que escuchamos muchos autos que se parqueaban cerca al hotel, no sabíamos que a unas calles de allí estaban los sitios más exclusivos para la vida nocturna, restaurantes y bares.

Estábamos un poco cansadas, mas no fue impedimento para salir, habíamos caminado muy poco cuando empezamos a ver muchos turistas, todos se habían esmerado tanto en arreglarse como nosotras o definitivamente esa noche todo era perfecto y veía a todos bellos, tanto hombres como mujeres tenían sus mejores galas y pudimos mirar con admiración a muchas de las personas que allí estaban, muchos de ellos con porte de extranjeros. Entretenidas en discutir en que sitio íbamos a cenar, volví a sentir que alguien me miraba y que sorpresa, esos ojos como el mar estaban justo en un bar muy cercano, en la entrada mirándome otra vez como lo había hecho en la playa, sentí que la respiración se me iba por completo, no lo podía creer estar sintiendo tal sensación, yo ya no era una chiquilla, pasaba los cuarenta y jamás había sentido algo así por un completo extraño, nuevamente retiré mi mirada instintivamente y nos entramos en un restaurante muy cercano a donde él se encontraba. Nos envolvimos en una interesante conversación olvidando por completo a aquel hombre que había visto en el mismo día ya dos veces y que me paralizaba por completo el corazón.

Decidimos irnos a descansar después de la cena, estábamos en exceso cansadas, y al día siguiente el plan no podría excluir nuevamente la playa. Después de un plácido sueño y un desayuno ligero, fuimos nuevamente a bañarnos en la inmensidad de estas cálidas aguas, nos reíamos de muchas cosas, el gozo estaba presente en nosotros, con esa extraordinaria vista y ese cálido clima todo era perfecto.

Una vez más cuando estaba entretenida observando a varios niños jugar con la arena, me sentí observada, y otra vez él estaba allí parecía un espejismo, pensé tengo que hablarle, saber quién es, porque esa mirada me hace estremecer de ese modo, y mis pasos empezaron a caminar en dirección a él, cuando de repente lo perdí de vista y no me di cuenta para donde se había ido, mi cabeza giró en todas las direcciones pero no había rastro de ese misterioso hombre. Cuando menos pensé me había alejado bastante de la orilla y sentí un poco de temor, ya que no era una experta nadadora, de pronto todo se me nubló mi cabeza se hundía y trataba de sacarla pero no podía, el peso del agua me hundía y en pocos segundos pasó toda mi vida en imágenes y las caras de toda mi familia, cuando sentí que ya todo estaba perdido, unos brazos fuertes me tomaron por la cintura y me sacaron a la superficie, allí estaba él, el hombre extraño de mirada de ángel me llevaba en brazos hacía la orilla sin decirme palabra solo con esa mirada que me transportaba a otro mundo, mi amiga salió a mi encuentro bastante asustada preguntándome si estaba bien, y en segundos él desapareció nuevamente, para jamás volver a verlo.

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