Al final de la linea.

Al final de la linea.

Felipe Mendoza

21/03/2017

Tras el teléfono apretado firmemente contra la oreja se podía sentir la ausencia y él, no podía hacer nada. La jornada laboral había terminado y el aire frío de una ciudad cubierta por la nevada lo dejaba sin palabras apropiadas para confortarla, el tiempo con malicia avanzaba lentamente como si se burlara de los acontecimientos.

Atrás empezaban a quedar una a una las estaciones del tren, apretaba los dientes para contener las lagrimas de una despedida premonitoria, la distancia entre paradas cada vez parecía mas infinita y con la llegada de la noche se empezaban a ocultar los bellos paisajes tras la sombra y la capa de nieve que caía aquel día.

Ella, aguardo paciente por años la atención de su esposo, anhelaba algo de esa dedicación que el tenia por el trabajo y que los separaba cuando mas necesitaba calor. Paso la mitad de su vida en un agujero negro laboral del que ahora no lograba salir. No quería más miserias.

Pasados algunos minutos desde la despedida final, ya no se podían visualizar los enormes rascacielos, ni siquiera la proyección de luz en un céntrico y visitado lugar en la enorme capital era visible y el tren continuaba avanzando en dirección contraria, solo que ahora empezaba a disminuir su marcha por precaución y la tormenta de nieve arreciaba.

El vagón estaba más solo de lo acostumbrado, muchas personas no habían salido de casa durante el día, su estomago sonaba por lo hambriento que se encontraba y una extraña mezcla entre los latidos de su corazón y la marcha del tren confundían su cabeza, realmente se encontraba agitado.

Las condiciones del tiempo empeoraban y finalmente el tren se detiene en la próxima estación hasta esperar nueva orden. Se mantuvo sentado y tratando de descifrar el sentimiento que lo aturdía después de su despedida y por un momento parecía que acababa de entender todo lo relacionado con su existencia y segundos después una tristeza lo desploma, todo le era confuso.

Millas atrás, ella aguardaba paciente el regreso de un sueño pasado mientras se adentraba en la oscuridad de algo que se encontraba más allá de lo que simplemente podía imaginar. Su esposo fue consumido por el compromiso laboral y de alguna forma también se sentía culpable.

El historial acumulado en sus teléfonos móviles se convertía en la única evidencia de un pasado cruelmente separado, entre los dos se interponían unas vidas irremediablemente cortas y un futuro que aunque se llegara a planear continuaba siendo incierto.

Finalmente el servicio de trenes se reanuda, espero demasiado y con tanto frío que si hubiese sido un perro saltaría y movería la cola de felicidad cuando los motores arrastran los vagones solitarios del tren. Se había limitado a vivir sin encontrar sentido a sus días, cargaba un frío corazón y sus patéticos días se habían escondido en las sabanas perfectamente tendidas siempre que salía de casa y su intachable corbata.

Dominado por la ansiedad sin lograr descifrar los secretos de la despedida empezó a temblar, la calefacción del tren se encontraba al máximo pero, sentía frío. Por primera vez en 35 años experimentaba la ausencia de su esposa.

Al llegar a la ultima parada encontró su vehículo enterrado bajo pulgadas de nieve y esta seguían cayendo, era tarde no había transporte, las calles se encontraban bloqueadas y un servicio precario de limpieza para las vías avanzaba.

Los copos de nieve bajaban con el olor del cielo y antes que lo notara ya no podía caminar, sus pies perdían calor con rapidez y aun no había logrado llegar a su auto, cada paso era mas solitario que el anterior y se negaba a encontrar su hogar abandonado.

La mañana siguiente al despertar comprendido por que ella era diferente de las demás, habían pasado mucho tiempo juntos pero su mirada nunca la llego a mirar, no habían estados juntos para siempre y ese se convertía en el limite de la historia. Trato de esperar algo sin saber lo que era, marchito su corazón y sobre la nieve recién caída ya no quedaba la huella de sus pasos.

Al entrar en la sala de estudio solo halló, las llaves devueltas por su esposa la noche anterior y unos cuantos e-mails que resonaban indicando las tareas pendientes para el trabajo.

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