La complejidad del tiempo…

La complejidad del tiempo…

joel lozada

01/07/2023

La complejidad del tiempo…

Decidí sacar mi cuaderno de dibujo y las acuarelas, para aprovechar la singularidad en los tonos de luz de aquella mañana. Dibujar los guayaberos en floración. Esas flores blancas me tranquilizan tanto, como su delicado perfume aromatiza todo mi pueblo.
«Amigo mío, me dije, comienza tu labor, pero antes, disfruta uno de esos cigarrillos que sueles acomodar como soldaditos de plomo, sobre un algodón empapado en ron cubano, dentro de aquella caja de madera que antes te sirviera para guardar las fichas de dominó».

El dominó es un excelente pasatiempo. Recuerdo cuando nos reuníamos con el Gordo, el Cupido y la Esponja, en la cantina “El Estoque” para jugarlo mientras consumíamos, con entusiasmo escandaloso, bebidas y pinchos.

«Pero antes de que se te vaya, volví a decirme, dibuja también a aquella muchacha que lleva ese enorme ramo de calas con claveles rojos. Resalta el reflejo del sol en su vestido de tela fina y de aspecto vaporoso. Los alegres colores de tonalidades pastel. Intenta atrapar su marfileña sonrisa. Su mirada cristalina y su cabello negro que el viento travieso insiste en enmarañar. Ese laberíntico pelo que me recuerda |

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Y eso es todo… la computadora sigue encendida, la nevera intacta, la despensa bien surtida. El dinero en la mesa de centro, la chequera en el cajón del buró. No hay notas suicidas, ni cerraduras forzadas, ni rastros de violencia. Solamente lo que se puede leer en esta pantalla.

¿Me preguntó dónde demonios se habrá metido? No puede estar en la cantina, ni dibujando flores. De lo que estoy seguro es que no lo busca más policía que nosotros, tampoco un marido celoso.

“Seguramente- pienso para mí-, eres uno de esos tíos que sufren ataques de ansiedad y terminan vagando por países distantes con una mochila al hombro, bailando con los Hare Krishna y fumando marihuana en pipas de caprichoso diseño, hasta que recobran el juicio después de andar años y años, más chiflados que una cabra. Mira nada más. ¡Si se te ve en la cara!”

– Qué foto más curiosa. ¿Quién se toma fotos junto a una foca?
Tras una mirada amonestadora, respondo:
-Corrijo pues, león marino, pero recuerde usted que no hemos venido para que me de clases de ciencias naturales, sino para hacer nuestro trabajo. El suyo incluye vigilar la puerta. Así que por favor. Vaya rápido y hágalo de buen modo, pero con mucho cuidado. No debemos alterar la escena. Tampoco sabemos si existe un asesino que esté agazapado vigilando con ojos perversos.

-¿Y entonces?
-Entonces ¡nada! Que ustedes han venido aquí porque alguien les ha dicho que llevo una semana desaparecido. Me parece estar soñando. Tan sólo he ido al lobby del edificio para comprar un capuchino. ¿Una semana? ¡Buena broma!

¿Una semana?, sigo pensando. Tan sólo habrán sido unos cinco minutos los que he usado para ir y volver. Si hasta me ha pillado la vecina del 108 aunque trataba de evitarla…

-Por favor, ¡deje de jugar con mi máquina no vaya a borrar mi archivo. Todavía no lo he guardado … y si me disculpan, señores, seguiré trabajando.

-Bueno nuestro trabajo era localizarlo, no preguntarle dónde andaba. Así que la misión ha sido exitosa.

¿Y ustedes que nos miran? ¿Dónde hemos estado? ¡Vaya pregunta! TRA-BA-JAN-DO.
Lo que es evidente que no han hecho otros. ¿Ausentes por dos días, en una misión de rutina? ¿Están locos acaso? Si hemos salido hace apenas un rato…

«¿En qué estaba? veamos…
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su mirada cristalina y ese laberíntico pelo que me recuerda … que me recuerda… ¡lo complejo del tiempo! Sí, eso justamente.»

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