Repulsión hacia sentimientos de tristeza en un vagón de gente muerta.
— Marchitarse no es una opción, ni siquiera se puede considerar como una remota alternativa. Lo que se debe hacer es pensar de forma positiva, hasta que la tormenta cese o, como consecuencia, hasta que la muerte nos llegue.
— No considero que sus expresiones sean las más adecuadas para tratar este tema. Hablamos de la pérdida de algo que consideramos permanente en nosotros.
— Ahí está el error, nunca se debe considerar que algo es permanente. Al contrario, debemos estar siempre conscientes de que aquello puede desaparecer de un momento a otro. Como las nubes.
— Señor, quiero un paquete.
— Tome, son 100 pesos… Muy bien, muchas gracias.
El tren avanza con lentas vibraciones laterales, lo cual provoca gestos entre los dos vendedores ambulantes que están parados uno frente al otro.
— De igual manera, mis apreciaciones sobre estas cuestiones… son solo ficticias y válidas desde el punto de vista del espectador.
— ¿A qué se refiere?
— ¿Cómo decirlo? Pues claro, aunque yo crea esto, llegado el momento no sé si mis acciones serán tal como las considero que deberían ser. El clímax puede alterar mis creencias más arraigadas en mi alma.
— Llegado el momento, usted puede actuar como un desquiciado o como un monje.
— Exactamente.
Los dos ambulantes apartan la mirada y sellan sus labios, decididos a no hablar más. El tren continúa su viaje, distorsionando los paisajes en imágenes borrosas. Posteriormente a esto, se escucha una melodía en el bolsillo de uno de los ambulantes. El celular que saca es antiguo y cabe en la palma de un niño. Al apoyarlo sobre su oreja, se ve obligado a dejar su mercancía unos momentos en el suelo. Al mismo tiempo que esto ocurre, llega una mujer con los auriculares mal enchufados. Deja salir una fuerte canción de ballet, en su momento más intenso, mientras cierra los ojos y la tararea. Todos escuchan en silencio y nadie dice nada. Cuando el ambulante retira el teléfono de su oreja, mira por un momento a su compañero.
— ¿Qué ha pasado?
— Es Mary…
El tren es antiguo, la puerta próxima está abierta y el ambulante se tira por ella. Todo el mundo, horrorizado, incluido su compañero, comienza a gritar. Por otro lado, la mujer de los auriculares sigue con los ojos cerrados, tarareando. La música de ballet no ha dejado de sonar en ningún momento.
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