Salvemos Canal Roya

Salvemos Canal Roya

Canal Roya

Tema. Aquellas montañas.

Canción popular pirenaica basada en el poema original de amor, atribuido a Foix Gaston Febo
«Se canti».
Música intrepretada con gaita de boto aragonesa por Diego Guallart.

***

Año 2050

Se ha roto el silencio. He creído intuir que se trataba de un pájaro carpintero ahuecando su nueva morada. Afino el oído con ayuda de la memoria. El depredador ha vuelto.

Llevo tiempo sin ver al picapinos

y no será por mi continua observación del entorno. La última pareja abandonó el bosque cuando ellos invadieron nuestro valle y cielo con su penúltima aspiración, sí ellos, los creados en el quinto día, los que mandando sobre todos nosotros tarde o temprano terminarán extinguiéndonos.

Hasta hace unos años este pequeño rincón de la naturaleza gozaba de cierta virginidad. No nos incomodaba su minoritaria presencia. Venían aquí a respirar aire puro, a purificarse con el rumor del agua rojiza.

Siempre los miramos con la incertidumbre del miedo, pero nos acostumbramos a compartir este paraíso, nuestro jardín del edén sin pecado original bajo los ibones.

Al entrar sus pasos nunca inquietaron la sombra de los pinos silvestres, el aire entre las ramas mantenía la calma. Nunca nos importó cederles el refrigerio del cerezo y la eterna juventud,

agradecían esa bienvenida. Respetamos tanto a sus piedras como a su ganado, a cambio de camuflar la muerte en el estómago. Aunque la naturaleza trató de cerrarles el paso, no les tendimos una prohibitiva emboscada. Dejaron sus huellas en prados y pastos, sabíamos que la madre en común borraría con nieve su presencia y sus excursiones. Vigilamos el valle glaciar

de nuestros amores, ese amplio tesoro que ruborizaba el paso firme de los atrevidos. Contemplamos como abrían un camino zigzagueante para coronar Anayet, y vislumbrar su llanura de hielo en el invierno y el espejo del sol en verano.

Sin embargo no fue suficiente y nosotros, Canal Roya, perdimos el equilibrio con el paso de los años, con la agonía del manto blanco, siendo temporada tras temporada más accesibles y ellos más promiscuos. Su capricho nos injerto árboles de hierro y hormigón. De sus ramas colgaron líneas de acero con huevos cristalinos.

El ser humano volaba por el día sobre el paraíso y por la noche se columpiaba la transparente soledad. Sus desmesuradas ganas de aventura necesitaban más kilómetros para su vertiginosa velocidad, más superficie donde prolongar sus rutinarios descensos. Cuando el frío menguante veraneaba, el tendido cortaba el horizonte destruyendo cualquier foto idílica. Penetraron nuestras entrañas con asfalto, nos hirieron con zanjas, instalaron arterias y venas de latiente electricidad, cosieron la tierra con sutura verde para evitar las cicatrices ecológicas. Nos agujerearon para plantar varios engendros urbanos, que nunca superarán la magia del ancestral dolmen de la Rinconada.

Y sin saciarse, nos imaginaron con nidos de segunda residencia.

No es un pájaro carpintero picoteando una pilona de hierro y hormigón para crear un hogar. El depredador ha vuelto. Entre sus manos empuña un pico neumático. Según me voy acercando el ruido se hace ensordecedor. Un antiguo amigo leonado

me contó como en uno de sus vuelos de juventud, aterrizó accidentalmente en la ciudad, en el llano. Fue como caer a un infierno de esquizofrénico de sonidos. Han tardado veinticinco años en darse cuenta del error, aunque lo niegan ahora como entonces; algunos menos en romper el silencio repuesto tras lo inviable.

Y se sienten culpables el volcán de Anayet

por no rugir en desde su sueño eterno, el desmán

por no hacer sonar las alarmas con su trompeta, el lagópodo alpino

 por no asustarlos saliendo ágil desde su refugio entre la nieve, el tritón pirenaico

por no abandonar su hibernación para despistarlos, el águila real

por no descender en picado para instarlos a darse la vuelta, el quebrantahuesos

por no lanzar cráneos desde las alturas a modo de advertencia sobre la mortandad de su proyecto y las siempre vivas

por no herirlos levemente con la belleza de sus hojas.

Año 2023

Despierto del mal sueño. Estas
montañas ya no son aquellas montañas de nuestros ancestros, pero quizás este
aún pequeño paraíso deje de ser la montaña de mis amores si no gritamos:

¡Salvemos Canal Roya!

Firmado con preocupación.

Un alimoche.

***

Aquellas montañas. Interprete  Diego  Guallart

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