Ficus elastica

Ficus elastica


 #Sueño Lucido حلم واضح 

Estamos bajo órdenes de Ficus Elástica, una planta que tomó el poder en algún momento de este año y ha creado campos de concentración, está enraizada en un receptáculo blanco, tiene hojas grandes oblongas y un haz de color verde oscuro, desde su estrado nos observa con determinante autoridad, estamos bajo su dominio y estamos asustados, mi nombre es Andrew y quiero escapar del régimen; estoy en un campo de concentración, no sé cómo llegue a este lugar, ni hace cuánto tiempo, mis compañeros también están confusos respecto a la forma en que se han desarrollado los eventos, hemos sido obligados a sacar agua de unos canales durante meses, agua negra y viscosa, estamos encadenados y nos dan comida dos veces al día en un salón donde hacemos fila como reclusos para recibir una maza de alimento extraña y agua.

La planta es inmóvil, está enraizada en su matera, pero tiene sirvientes, militares que custodian el lugar, están en la sala de comida, en los baños, en el campo de canales de agua, en las habitaciones y no dudan en disparar si alguno intenta escapar.

No hay espejos y ya no recordamos como son nuestros rostros, pero el único rostro que me interesa volver a ver es el de Zoé, tengo una serie de recuerdos simultáneos pero confusos y vagos, recuerdo que nos amábamos, pero no es una evocación de la memoria sino más bien una emanación del sentimiento, mis memorias se mezclan y se interponen unas con otras.

Joe también tiene sensaciones imprecisas de recuerdos de su vida y anhela volver a ver a su hija o lo que recuerda de ella, hemos hablado de escapar y esta tarde vamos a huir del campo de concentración o moriremos en el intento.

Existen varios canales de agua negra, durante el día nos quitan las cadenas por unos pocos minutos para llevarnos a un nuevo canal donde volvemos a ser encadenados.

El militar que nos custodia nos ha liberado, de forma ágil lo hemos tomado por el cuello y lo hemos ahorcado con la misma cadena, estamos corriendo hacia la alambrada mientras los otros refugiados nos observan asustados, pronto van a descubrir al militar muerto y nos van a perseguir.

A lo lejos en la entrada del campo, caminando entre los arboles hay un hombre extraño de una altura inconcebible, mide quizás 2 metros, corpulento y tiene el rostro completamente inanimado, nunca había visto a un ser con una naturaleza tan extraña, corremos evadiéndonos de los guardias y saltamos la alambrada, cuando miramos hacia atrás el hombre alto a desaparecido y los guardias están persiguiéndonos.

Entramos en una casa para escondernos y nos refugiamos en el baño, los guardias están entrando también, vamos a morir y en un suspiro profundo miramos hacia el espejo para encontrarnos con una escena completamente estremecedora, no tenemos rostro, ninguno de los dos tenemos rostro, en ese momento entran los guardias al baño, nos disparan y todo se desvanece…

Estoy en el tejado de una casa y el recuerdo de mi permanencia en el campo de concentración es casi nulo, tengo la sensación de que algunos sucesos pasaron hace mucho tiempo, pero no tengo claro que fue lo que sucedió, tengo la impresión en mis memorias de haber escapado de algún lugar.

Sobre el tejado hay una mujer anciana que está sentada observando a los vagabundos que deambulan en la calle.

–¿Dónde empieza la tierra sagrada y donde acaba la profana? –pregunté.

–Nos encontramos en el tiempo, entre una muchedumbre de harapientos que danzan con la muerte, demonios alojados como larvas no se marchan, existe una tierra profana donde legiones inhumanas son las que gobiernan.

La anciana tenía una caja con pastelitos de dulce para regalar a los vagabundos, eran los mismos pastelitos que hacia Zoé en la casa veraniega para regalarle a las personas que no tenían hogar, en ese momento descubrí que la anciana era la misma Zoé.

–¿Por qué me has traído a lo alto? te conozco de antes eres mi amada Zoé, toma mis labios, mírame, tu vieja y yo joven.

–Mi adorado Andrew, en el corazón de los hombres hay una semilla que germina, han pasado muchos siglos desde la última vez que nos vimos, has escapado de la Ficus Elástica y yo llevo 200 años regalando pastelitos a los harapientos sin parar.

En ese momento los recuerdos estaban superpuestos, los acontecimientos del tejado parecían haber sucedido siglos atrás y el campo de concentración parecía un evento del futuro, ahora estaba con la joven Zoé en una cama haciendo el amor y un gato blanco nos observaba desde un sillón.

–En esta casa hay fantasmas puedo sentirlos –dijo Zoé.

Desnudos salimos de la cama y caminamos por la habitación oscura rodeada de antigüedades, en una de las paredes había un cuadro rectangular con un marco de madera y un vidrio flotado transparente que permitía observar la fotografía de mi madre, ella estaba sentada sobre una silla vistiendo la ropa propia de los esclavos de la planta, una especie de overol de tela gruesa con un turbante gris, de repente la imagen de mi madre empezó a cambiar, su ropa se convirtió progresivamente en un vestido de brocado de seda nevado, elegante y largo, su piel blanca se transformó en una piel negra oscura, sus manos, orejas y cuello fueron adornados con alhajas y joyas preciosas, y su turbante gris se transformó en un elegante paño negro dhuku típico de Malawi, era una especie de reina africana sentada sobre su trono.

En ese momento se empezó a desvanecer todo de nuevo y comprendí que estaba en un bucle, todos los eventos suceden al mismo tiempo, no entiendo porque estoy en este laberinto de recuerdos, es como si sucesos sin sentido se manifestaran uno tras otro, creo que llevo cerca de mil años huyendo una y otra vez del régimen de la Ficus Elástica. Hay una planta que me persigue desde hace mucho tiempo.

#b



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