Esta mañana me traje un niño a casa, tiene piel blanca, ojos negros y es delgadito, lo tengo amarrado en el baño con una cinta en la boca para que no pueda gritar, vivo solo desde hace un año, mi madre está en el ancianato y el tío Joaquín ya no regresa a casa desde el problema que tuvimos.
Cada mes llega el dinero de la pensión de mi madre por su discapacidad mental, guardo un poco y el resto se lo envió al hogar de ancianos; es tranquilo vivir solo, me puedo levantar tarde, comer pizza al desayuno y ver television todo el día, nadie me molesta, cuando me aburro escucho música de ukelele con mis audífonos o me voy a caminar al parque, pero antes siempre le compro maíz a la señora Hassani para lanzarle a las palomas en la plaza –me gustan mucho las aves sobre todo las de colores– tengo un lorito que se llama Pecas.
Esta mañana me encontré un niño en el barrio Santo, no me gusta ir a ese lugar porque es feo, huele mal y hay hombres con caras feas, pero es donde se encuentran los mejores niños, estaba caminando por la calle Santa Fe cuando vi un pequeñito que estaba vendiendo dulces en el semáforo.
–Hola amiguito ¿cómo te llamas?
–Soy Miguel, señor ¿me compra un dulce?
–Hola Miguel, soy Jaime ¿sabes cuantos niños caben en una nevera?
–No señor, no sé.
–Caben hasta 5, eso si bien cortados…
Miguelito quería que jugáramos a piedra, papel o tijeras, entonces supe que avanzaríamos en el juego de la nevera porque también se usan las manos, resulta que estoy coleccionando niños en la nevera de mi casa –realmente solo colecciono sus dedos– utilizo las tijeras de jardinería del tío Joaquín, pero no me gusta cortar dedos porque los niños lloran mucho y también se mancha la alfombra, por eso me compre unos tapones de espuma para los oídos y un limpiador de alfombras, me pongo los tapones y ya no los escucho llorar.
Para traer a los niños a casa es muy fácil, les digo que les voy a regalar dinero y ellos vienen conmigo, igual nunca les regalo nada, pero ya en casa si les enseño el juego de la nevera, a Carlitos le quite solo 4 dedos y todavía lo tengo amarrado en el baño del segundo piso, lo tengo justo al lado del inodoro, le pongo agua en un recipiente, le doy comida dos veces al día y le limpio la mierda una vez cada dos días, lo tengo muy bien cuidado, papá estaría orgulloso de mi… a Miguel también lo metí en el baño pero en la parte de la regadera, voy a lavarlo esta noche, quiero aplicaré shampoo en el cabello porque lo tiene sucio y huele a grasa, quiero limpiar su cuerpo con un jabón de chocolate que le compre a la señora Hassani.
Voy a tomar una siesta y más tarde me levanto a jugar a la nevara…
Son casi las 8 pm, dormí toda la tarde y soñé con el tío Joaquín, estábamos pescando en un lago hermoso, era una tarde de picnic, nos reíamos, jugábamos y comíamos sándwiches –Extraño mucho al tío Joaquín– la última vez que lo vi fue hace 2 meses, había venido a casa a visitarme, siempre jugábamos a las mariposas cuando venia, es un juego donde nos tocamos las pililas con la mano y gana el primero que su pilila orine espuma blanca, es un juego aburrido, pero a mi tío le gusta mucho, siempre me gana y es el mejor porque orina más espuma blanca que yo…
Mi tío Joaquín también tenía una colección de dedos pero la guardaba en un cofre muy bonito de madera que le regalo mi madre, ese día como de costumbre jugamos a las mariposas, después de terminar el primer round yo me quedé dormido en el piso y cuando desperté encontré a mi tío jugando a la nevera con Pecas, mi loro no tiene dedos entonces mi tío le estaba cortando las alas, me enfadó que estuviera cortando a Pecas, sentí mucha cólera y decidí jugar al armario, es un juego donde le cortamos la cabeza a los niños y las coleccionamos en el armario de mi habitación, fue fácil cortarle el cuello al tío Joaquín con las tijeras de jardinería, lo tomé por la espalda y le clavé la hoja afilada en la yugular, se cayó al suelo y entonces pude terminar de cortarle toda la cabeza con un serrucho. Guarde su cabeza con las otras en el armario, extraño mucho al tío Joaquín y me gusta soñar que jugamos juntos, nadie debería tocar a pecas…
Estoy bañando a Miguel y mientras lo enjabono me están dando ganas de jugar a las mariposas con él, nunca he jugado a las mariposas con ninguno de mis niños, siempre jugamos a la nevera, a la chimenea, al armario, pero nunca a las mariposas. Tengo las tijeras en la mano, ya le corté dos dedos más a Carlitos y a Miguel le corte la lengua para la colección que tengo en el gabinete del baño, tengo 16 lenguas ordenadas una encima de la otra, 8 lenguas justo al lado de mi cepillo de dientes y 8 al lado del dentífrico, lo que no me gusta de las lenguas es que huelen feo y son difíciles de acomodar.
Acabo de jugar a las mariposas con Miguel, oriné mucha espuma blanca ¡Gané! Estoy viendo a Carlitos y está muy flaco, voy a quitarle la cabeza y a meter el cuerpo en el balde, es una especie de piscina que mi mamá y mi tío inventaron en el sótano, cuando nos aburrimos de jugar con los niños los arrojamos en ese balde y automáticamente se derriten, mi mamá me enseñó a tener precaución con el balde de ácido, siempre debo entrar con mi delantal, mascarilla y guantes.
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