Tú no lo sabes, pero te están observando a través de un agujero. Un escalofrío te sacude la espalda y sientes de pronto la necesidad de correr. Miras a tu alrededor, pero no consigues localizar nada extraño que haya podido suscitar esa mala espina. Mientras tanto, ellos están esperando el momento de abalanzarse sobre ti. Cuchichean. Quieren coserte la boca con alambres y llevarse tus ojos. «Qué sensación tan horrible…, ni siquiera la luz me reconforta».

¡Oye!, ¿no deberías escuchar a tu instinto por una vez en tu vida?

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