«80% de felicidad detectada en expresión facial»

La pequeña Alice sopló las velas con fuerza, arrugando su naricilla y cerrando los ojos. Llevaba puesta una pequeña corona en la cabeza y parecía una princesita en su sexto cumpleaños.

«60% de felicidad y bajando» me volvieron a decir las lentillas inteligentes Eye Lenses al mirarla a la cara.

Los pequeños invitados aplaudieron eufóricos y mi esposa se acercó a repartir la tarta. Sus Eye Lenses le indicaban la zona exacta por la que cortar para que las porciones le quedasen idénticas. Ya ningún niño se peleaba por tener menos tarta que otro.

«250 kcal/porción. Glucosa > 0.02% C.D.R para un humano de 6 años»

─¡Quiero otro! ─gritó un niño tras engullir su porción.

─Cariño, no les dejes repetir, las E.L. me indican que superaría la cantidad diaria recomendada… ─dije al tiempo que parpadeaba y tomaba así un par de fotos más. Clic, clic.

─Lo sé, no te preocupes ─respondió ella sonriente. A veces se me olvidaba que mi esposa también recibía esos datos.

Volví a mirar a Alice. «40% de felicidad» ¿Qué le pasaba a mi hija? ¿No era feliz el día de su cumpleaños? Habíamos seguido todas las indicaciones de la inteligencia artificial de las E.L. ¿Cómo era posible? «20% de felicidad. 100% de probabilidad de llanto»

¿Qué le pasa a mi hija? ─pensé esta vez activando el «receptor de pensamiento» para que la inteligencia de las E.L. me respondiera.

«Estado de ánimo inestable. Causas desconocidas. Soluciones posibles: 1) Contacto físico y palabras amables, 2) Comprar el 2º mejor regalo de la lista propuesta por la inteligencia de las E.L, 3) Comprar el 3º mejor regalo de la lista»

Me quedé en blanco unos segundos… «¿Pedir ya el vestido de princesa lunar GyX? Se solicita clave para pago con tarjeta» ─ante mi duda, las E.L. habían pasado directamente a la solución número 2.

No ─pensé, haciendo que la pregunta desapareciese de mi vista. Quería probar con la primera.

─Alice, ¿qué te pasa? ─puse mi mano biónica sobre su pequeño hombro─. ¿No te gusta tu fiesta? «10% de felicidad. Lágrimas en proceso»

Las lágrimas de Alice comenzaron a resbalar por sus mejillas. Los demás niños dejaron la tarta para rodearla y llenarla de preguntas. ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? ¿Qué tienes? La estaban agobiando… ellos aún no tenían unas E.L. que les advirtiesen de no hacerlo.

Mi esposa estaba en la cocina, así que decidí iniciar el psico chat con ella.

«Dime cariño» ─apareció en la parte superior de mi ojo derecho.

Alice está llorando, no sé qué tiene ─pensé─. Los niños la están agobiando.

«¿Qué dicen las E.L?» me respondió al instante.

Que pida el segundo regalo de la lista ─contesté.

¡Vamos a jugar al jardín con la pelota nueva! ─dijo otra de sus amiguitas intentando animarla. Instintivamente me asomé por la ventana. En mi ojo izquierdo apareció una gota de agua parpadeante. «Parcialmente nublado. Probabilidad de llovizna del 75%»

─Niños, ¿por qué no mejor os quedáis en casa jugando a la pelota holográfica? ─propuse.

─¡No! ¡Queremos jugar en el jardín! ─gritaban a coro─. ¡Sí! ¡En el jardín!

─Las E.L. dicen que va a llover ¿a que nadie quiere resfriarse? ─dijo mi esposa, que llegaba de la cocina con una bandeja llena de vasos de leche.

De repente oí un tropel y vi que, aprovechando las réplicas de sus amiguitos, Alice había subido la escalera a toda velocidad. Levanté la mirada hacia la planta de arriba. «Se detecta calor humano en la habitación de Alice»

Mandé un psico sms a mi esposa diciéndole que subiría yo…

─Alice, ábreme cielo, soy papá.

A los pocos segundos el pomo de la puerta se giró. Alice estaba sentada sobre la alfombra rosa de princesa lunar y aferraba algo entre sus brazos, una especie de libro de los antiguos, de papel cosido… y Júpiter, el cachorro de labrador, estaba tumbado junto a ella.

«No se detectan pulgas. Restos de césped en las patas traseras del can. Higiene de la habitación aceptable-baja. Se recomienda expulsión del can»

─¿Qué le pasa a mi princesita? ─dije ignorando la recomendación de las E.L. y levantándole el mentón a la pequeña. Quería seguir intentando la primera opción «contacto físico y palabras amables»─. A ver, ¿qué tienes ahí? ¿Me dejas verlo? ─señalé al libro.

Alice extendió sus manitas y me mostró el libro, que no era, en realidad, un libro. Era un viejo álbum de fotos, de los que se visionaban haciendo el gesto de “pasar páginas” manualmente.

─¿De dónde has sacado esto, cariño?

─Es el álbum del abuelito, papi… ─habló por fin con un hilo de voz─. Lo encontré en el baúl del desván…

Toqué aquella cubierta de cuero con las yemas de los dedos, me lo acerqué a la nariz y lo olí. Cientos de recuerdos de mi infancia vinieron flotando hacia mí… Lo abrí con solemnidad bajo la atenta y libre mirada de E.L. de Alice y Júpiter. Una mirada que tendría que hacer un esfuerzo por descifrar que mi «ritmo cardíaco en aumento» significaba que estaba emocionado.

De repente vi la cara de un bebé regordete de ojos azules. Los mismos ojos de Alice. Era mi padre. Y bajo la foto rezaba la fecha 1989. Pasé las páginas y vi cómo mi padre iba creciendo hasta aparecer conmigo en brazos, allá por 2019. Era una pena que Alice no hubiese llegado a conocer a ese hombre tan maravilloso que fue mi padre… El jodido cáncer se lo llevó cuando yo era un niño. Una enfermedad que ahora estaba más que erradicada, que era menos peligrosa que un resfriado.

─¿Sabes que tu abuelo era escritor? ─dije con un nudo en la garganta. Mis E.L. no paraban de avisarme de que se estaban formando «secreciones salinas en mi lagrimal»─. ¿Y sabes qué? Él decía que jamás ninguna tecnología superaría el olor de unas letras impresas en papel… ¿Lo comprendes, cielo?

─Lo comprendo, papi…

─Claro que lo entiendes, porque eres tan inteligente como él… ─«lagrimal húmedo en un 70%. Retirar E.L.»─. ¿Pero sabes otra cosa? Que esos avances y esa tecnología que él tanto rechazaba, me permiten tener este brazo biónico y le habrían salvado la vida a él…

─Lo sé papi, nos lo han explicado en el colegio, “el Dios tecnología todo lo puede” ─dijo recitando una frase que había dicho su profesora.

─Así es, pero ahora dime princesita lunar, ¿por qué no estás contenta hoy?

─Déjame que te enseñe una cosa papi… ─cogió el álbum de mi regazo y me señaló una foto del día de mi sexto cumpleaños… Estaba embarrado de pies a cabeza de tanto jugar al fútbol en los charcos y mi padre me alzaba en alto. Yo extendía los brazos hacia el cielo, como si quisiera tocar las nubes, como si quisiera tocar a Dios…─. ¿Ves? Yo quiero un cumpleaños como el tuyo… ─declaró.

«Lágrimas brotando. Por favor, retirar E.L.»

Un cumpleaños como el mío. Sólo eso…

Ahora lo comprendía todo. Mi hija de seis años acababa de darme una lección. Ella quería tener un cumpleaños humano. Ella quería que su padre la mirase con el corazón, sin que ningunas E.L. le dijeran lo que tenía que hacer. Ella quería comer tarta, aunque tuviese más azúcar de la recomendada. Ella quería salir a jugar al jardín, aunque se resfriara. Para un niño, un 25% de probabilidad de «no lluvia» es suficiente. Es suficiente para un humano. No así para una inteligencia artificial…

Fue entonces cuando la voz de mi padre llegó a mis pensamientos en oleadas…

Hijo, la tecnología está al servicio del hombre… La tecnología es buena… salvo cuando le arrebata su humanidad. No lo olvides: que nunca te arrebate tu humanidad.

Por fin comprendía lo que quería decirme… Me acerqué las yemas de los dedos a las pupilas, retiré las E.L. y abracé a mi hija fuertemente… Júpiter me lamió una mano en señal de aprobación.

─¿Dónde está esa pelota? ¡Vamos a jugar al jardín! ─dije de repente eufórico, y me sorprendí, porque realmente era mi decisión, mi deseo. Nadie me lo había dicho. Nada me lo había dicho.

─¡Sí! ─gritó Alice dando un brinco.

Y así, aquella tarde de septiembre, mi familia, los amigos de mi hija, mi perro y yo jugamos a la pelota sin parar de reír. Las E.L. habrían explotado. La felicidad de la casa superaba los porcentajes aceptables.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus