Le sembraba besos cálidos en su cuello y le acariciaba su costado; con delicadeza impulsaba su cadera hacia delante, la inercia en ingravidez le devolvía a la posición inicial para nuevamente percutir amorosamente en la receptiva y placentera cavidad de Telma. Ella le clavó las uñas en la espalda, arqueó el tronco echando hacia atrás su cabeza y gimió sin apenas expulsar aire en aquel silencioso ambiente. Se exhibieron con placenteros escorzos sexuales mientras flotaban en un ambiente despresurizado donde voluptuosamente rotaban. Y es que hacer el amor era diferente en el ASC (Antigravitatory Sex Cabin), un invento de hacía pocos siglos que permitía “El libre desenvolvimiento de los cuerpos para una mejor y más duradera copulación”, según rezaba en su folleto promocional.

 

El placer no acababa con la sofisticada cabina; Telma y Tony se tumbaron en las ya célebres tumbonas de aire caliente donde tomaron un té especiado que les animaba a charlar;  así lo hicieron por primera vez en una típica jornada de placer del nuevo siglo, el trigésimo séptimo, demostrando así su cualidad de humanos.

 —Tony, he de decirte algo… —decía Telma que se había recompuesto sobre su asiento para preparar su alegato. Tony abrió tímidamente sus ojos mientras salía del ensimismamiento al que se había abandonado.

—Tengo que cambiar de destino, la dirección del Emporio me lo comunicó la semana pasada.

—¿Es un ascenso?

—Más bien es una patada hacia arriba, me voy a Phobos para una larga temporada

—Joder, eso si que es una patada muy hacia arriba, habremos de espaciar nuestros encuentros, una lástima.

—No, habremos de suprimir nuestros encuentros, voy a una base militar restringida, periodo mínimo de destino cien años. —dijo Telma esperando una reacción furibunda de Tony al que había relegado despreciativamente por un ascenso de relumbrón en su carrera.


 Robin visionaba sin pausa multitud de vídeos cada día, era un robot clasificador de audiovisuales. Su trabajo consistía en visionar y extractar información de los antiguos filmes del siglo XX y XXI; y clasificarlos para que cualquier usuario pudiera, con una mera palabra en un diálogo, encontrar los datos de esa escena concreta. Su trabajo podría parecer tedioso pero para él era una continua fuente de información sobre los comportamientos humanos. Registrando datos y más datos en aquellos audiovisuales buscaba la clasificación perfecta de todos los registros.

Llevaba ya más de 70 años en su puesto y había conseguido en varias ocasiones el reconocimiento de la directiva del Departamento de Audiovisuales del Consorcio de Cultura. Pero este era ya un departamento que había sufrido recortes porque las nuevas culturas extraterrestres tenían prioridad, siempre la política antes que la cultura. Así que el Consorcio entendió que ya era hora de enterrar ese área paleo-cultural con Robin dentro. 


Tony venía arrastrando un cierto vacío desde que Telma le comunicó su marcha, era una situación extraña; no le pesaba tanto la desaparición de Telma de su vida como el hecho de que no fue capaz de experimentar alguna sensación de tristeza por ese motivo. Claro que en algo tenía que influir el hecho de que ambos superaban los setecientos años de existencia y que 30 años de relación eran una pequeña parte de lo vivido hasta ese momento.

Desde que se descubrió la molécula milagrosa SRM “Stuff Regenerating Molecule”, Tony se había replanteado muchos principios antes claramente humanos; entre ellos la perdida de empatía y sensibilidad; las cosas en un espacio tan grande de tiempo perdían importancia e intensidad. Tampoco lo tenía fácil teniendo en cuenta su trabajo de RFM “Robot Forensics Manager”, una especie de forense de robots en desuso o con deficiencias de funcionamiento. Era el técnico que inútilmente hacía una última revisión a las máquinas aún sabiendo que viera lo que viera sería su verdugo. Pero los fabricantes le pagaban por ello, era su obligación hacer ese informe final, ese informe póstumo.

EXPEDIENTE DE ROBIN-X 124814 Z

—Hola… Robin, —Leyendo el dossier del recién llegado al «matadero». —Soy Tony y te voy a hacer algunas preguntas, ¿Cuál es tu directiva de trabajo?

—Mi directiva es la recopilación de información audiovisual del siglo XX y XXI, albergo información de más de dos millones de programas audiovisuales. Soy capaz de buscar un registro con la sola mención de una palabra y gracias a la implantación del interface A3DI “Advanced 3 Dimensions Interface” puedo reproducir holográficamente todas las escenas en las que se menciona esa palabra. 

—Ah, aquellas peliculillas… Hace siglos que no las veo , esas antiguallas ¡Eran tan simples e ingenuas! Ya no interesan a nadie, por eso te eliminan. Bueno, pero sigamos con el cuestionario, ¿Has solicitado permiso para la destrucción de todos tus archivos al supervisor de tu corporación?

—Sí, Tony —dijo disciplinadamente Robin que siguió contestando de igual manera al extenso cuestionario que obligaba rellenar el protocolo. Al cabo de media hora Tony cerró la carpeta, apagó la grabadora y se levantó:

—Muy bien, hemos terminado, gracias Robin ha sido un placer.

—¿Has apagado la grabadora Tony? —Le espetó Robin tumbado sobre la mesa de análisis.

—Eh… Sí… ¿Qué quieres?

—Quiero existir Tony, no puedo desaparecer… —dijo ansioso Robin agitando sus mecánicos brazos.

—Quieto amigo, quieto.. —Inmediatamente Tony pulsó el botón de inmovilización en la consola y Robin quedó bloqueado en la fría mesa de metal donde reposaban los robots antes de ser definitivamente desarmados. Ya le había ocurrido eso en otras ocasiones, normalmente era porque entraban en un bucle de disfunción, el MRR “Malfunction Repetitive Routine”.

—Te desarmo ya y así no sufres más —dijo Tony con tono paternal a un desconectado Robin mientras preparaba los instrumentos de desmembración. Poco a poco fue desmontando las extremidades y sus sistemas.

—Tony, por favor……

—¡Coño! ¿No estabas apagado ya? ¡Desconéctate!— Se dirigió a la consola, contempló la pantalla y tecleo una secuencia de borrado de archivos de la CPU de Robin.

— Por favor no me desconectes todavía, espera … —Le rogaba Robin.

— Pero bueno, ¡Esto no me había pasado nunca! —Sacudía la cabeza Tony. —¿Por qué no aceptas tu desconexión? —Extrañado de tener una conversación existencial con un robot.

—Porque creo que soy importante, conservo parte del legado de la humanidad —dijo Robin con tono más calmado.

—¿Qué quieres decir?

— Que guardo un sin fin de modelos de comportamientos humanos. Es un archivo de la esencia humana:

Amor, pasión, amistad, afinidad, conciencia, libertad, terror, soberbia, orgullo…

—¿Amistad, pasión, etc? ¿Entiendes esos sentimientos? —Tony le miraba con los ojos muy abiertos a consecuencia del asombro.

—No estoy seguro, pero los reconozco; no quiero que se pierdan.

— Pero es una sinrazón, es una locura… Yo debo… —Por primera vez en años Tony tuvo la sensación de que volvía a tras en el tiempo, recordaba…


 INFORME POSTUMO ROBIN-X 124814 Z

El robot denominado Robin llegó el día 270º del año 3614:

ESTADO: Deplorable.

FALLOS: Múltiples.

ENTREVISTA: No fue posible por no funcionar voz.

DESTRUCCIÓN: NO RECICLABLE, fusión a alta temperatura.

Firmado Tony, técnico forense.

 

—¿No tienes el concierto en Torrelodones donde Paco de Lucía interpretaba El Concierto de Aranjuez delante del Maestro Rodrigo?

—Sí Tony y la versión de la película “Brassed off” donde le llaman El Concierto de Orange Juice, por no poder pronunciar Aranjuez.

—Ah, pónmela también.

Hacía tiempo que le tenía ilegalmente en su casa y este le satisfacía sus ratos de ocio con las proyecciones de los viejos audiovisuales que guardaba en su archivo. Ya no quiso deshacerse de él, le volvió a recordar aquellos sentimientos actualmente denostados o simplemente olvidados; esos sentimientos tan primitivos, tan intensos. No sabía si estaba haciendo algo ilegal, pero desde luego le compensaba. Tony se encargaría de que perviviera el legado de la humanidad gracias a un modesto y viejo robot.

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