ADICCIONES

Se me pasaban las horas tan deprisa…

No era consciente de todo el tiempo que malgastaba. Se me iba. 

Se me escapaba de las manos, como el agua que coges de un río, crees tenerla pero resulta imposible sujetarla… Se escurre  entre los dedos…

Al finalizar el día me proponía a mi misma cambiar esa rutina, esa monotonía en la que se había convertido mi vida. Hábitos  sedentarios y poco saludables. Además de poco productivos. Malgastaba horas sentada ante el ordenador. Jugando, observando fotos, comentarios; merodeando en la vida de los demás.  Esta semana, sin ir mas lejos había estado pendiente de ese viaje tan alucinante que había hecho Sara. Sara era una antigua compañera, alumna del mismo instituto en el que yo estudiaba. En realidad, iba a mi clase, aunque nunca fue de mi grupo. Sin embargo, no sé porque extraña  razón la había agregado a mi facebook, y ahora sabia mas cosas de su vida que cuando compartíamos curso. Esa tarde también había estado curioseando unas fotos de Samuel, otro personaje de mi pasado, tampoco importante y fundamental en mi vida, pero al que también, de vez en cuando, asomaba la cabecita. Como el hermano pequeño que desde la puerta observa que esta haciendo su hermano mayor. Una curiosidad inofensiva, pero demasiado frecuente.

Supongo que era porque sus vidas eran más interesantes que la mía. En realidad, porque ellos estaban vivos… Y yo… En un extraño trance en el que, aunque mi corazón latía y en mis pulmones entraba oxigeno, me sentía muerta… En coma… Despierta en una situación que era un mal sueño. Dormida en una realidad que no me gustaba. Dicen que las adicciones son por una vida frustrada… Pues la mía, lo era. Y el ordenador era mi patología. Como el borracho que acaba dando un sorbito inofensivo a la botella, o el yonki que se dice a si mismo”esta será la ultima vez… Este será mi ultimo viaje al alucine”. De la misma forma, yo terminaba enganchándome al ordenador.

Me decía a mi misma mentiras, excusas que el enfermo se dice cuando tiene sed, cuando necesita justificar su enfermedad…y su carente fuerza de voluntad:

-” Hoy puede ser un gran día, sin  enchufar- me”, -pensaba en voz alta.

– “Hoy aprovechare el tiempo. Ha salido un día estupendo. Sí. Ya sé  lo que haré. Voy a dar un paseo, como hacia antes.  Y mientras camine observando el paisaje, me deleitare con los rayos de sol…Hhhhmmmm.. Es una gran idea. Sí.

Me voy a poner ropa cómoda y caminare un rato….”-

De la misma forma que el borracho o el yonki, acabé sentándome enfrente del ordenador, conectándolo, quedándome pegada a la pantalla, absorta ante la irresistible  tentación.

-“ luego caminare,.. Voy un momento a echar un vistazo, no vaya a ser que tenga algún mensaje importante y no me entere”- me dije a mi misma. Y volví a entrar en trance. En ese ensimismamiento en el que no pienso, no creo, no vivo. Sencillamente, observo, espío, contemplo. Pasiva y aburrida, pero incapaz de despegarme de esa miel virtual…

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