Me pasó muchas veces que leí un libro, miré una película, encontré un blog por casualidad, miré una serie o novela, que me encantaron y me dio muchas ganas de decirles a esos escritores, actores, directores, fotógrafos y demás artistas lo mucho que me gustó lo que vi o leí.
Por suerte, hoy existen infinidad de redes sociales y esas personas que antes eran inalcanzables para nosotros, están a un click de distancia. Ahí podemos expresarles nuestro cariño, hacer críticas constructivas, agradecer por brindarnos tan lindas obras. Aunque algunos también utilizan las redes para insultar, pero a esas personas dejémoslas de lado.
A mí particularmente, me gusta mucho expresar mi agradecimiento por un libro, un poema, un texto o una peli y decirles cosas lindas a esas personas por las cuales lo siento y que me hacen ver más lindo el mundo. Y en mi afán por expresar mi contento, soy muy efusiva. Esto a veces incomoda a la gente, por eso trato de no exagerar, aunque me esté muriendo por decir todas las palabras lindas que existan en el diccionario.
Utilicé traductores de diferentes idiomas. Todas las redes sociales que se puedan imaginar. Todo para hacerle llegar a estas personas aunque sea una palabrita de aliento, hacerles saber que lo que hicieron llegó profundamente a un corazón.
Como respuestas obtuve diferentes reacciones. Hubo quien no respondió nada; me respondieron con emoticones, con un gracias, y también hay gente que se toma el tiempo de responder con afecto e interés el mensaje que han recibido.
Siempre que respondan, mi corazón se llena de alegría. Me parece a mí que uno nunca está tan ocupado como para no poder agradecer una palabra de aliento, de cariño o un simple saludo.
La semana pasada, leí una nota en una revista. Me encantó la forma de escribir de la autora. Allí decía que tenía un blog. Lo busqué y me lo leí en dos noches. Al día siguiente, le escribí a Ángeles para decirle cuánto la admiro. Por cómo se toma la vida, su forma de ser madre, por su valentía, por todo.
Recibí una respuesta tan amable, cariñosa y atenta, que me hizo quererla aún más de lo que ya la quería de solo leerla. En su respuesta me decía que me leyó de un tirón, con su niño en brazos, que estaba inquieto porque quería ver unos dibujos animados rusos que encontraron en internet y les encantan, a ambos. Mayor fue mi reconocimiento al leer el tiempo que se tomaba para responderme. Ambas coincidimos en que no creemos en las casualidades, sí, en los caminos que se cruzan, según sus propias palabras.
Y esto me hizo pensar, qué cosas locas pasan en el mundo virtual. Si bien hay mucha gente que utiliza la tecnología para trabajar, haciendo teleconferencias, estudiando, leyendo, hay muchos que la utilizan en sus ratos de ocio, chateando, jugando, mirando series y películas. Utilizamos la tecnología para infinidad de situaciones de nuestra vida diaria, la hemos incorporado de una forma tan natural, que no nos dimos cuenta, pero cuando no la tenemos a nuestra disposición, el mundo se nos viene abajo. Hasta nos cuesta recordar cómo era nuestra vida antes de la tecnología, no nos imaginamos a nuestros hijos sin un celular mediante el cual podamos estar conectados al instante; a los chicos de hoy, no se les ocurre buscar un libro para hacer los trabajos del colegio porque todo está en internet; a quienes nos gusta escribir, nos cuesta horrores hacerlo con lápiz y papel, porque el trabajo es el doble, no tenemos el corrector y siempre el medio inmediato para publicarlo es una computadora.
También pensé en la cantidad enorme de gente linda que conocemos aquí. De a poquito se van metiendo en nuestras vidas, en nuestras casas y nos convertimos en almas inseparables aunque físicamente no nos conozcamos. Tenemos amigos, hermanos y conocidos, todos virtuales, en todas partes del mundo, gracias a la tecnología que nos permite ampliar nuestros horizontes.
Y lo que más me hace feliz de este mundo virtual, es que a pesar de vivir muy muy lejos de mis padres, puedo verlos todos los días, saber si están tristes o contentos, si necesitan algo y hacerles saber que su hija está ahí, para ellos, aunque nos separen muchos kilómetros de distancia.
Miro hacia atrás y me doy cuenta de que realmente estaríamos perdidos sin la tecnología, aunque muchas veces reneguemos de ella, digamos que incomunica en vez de comunicar y de que algunas personas piensen que es algo perjudicial. Ella ha venido a facilitarnos las cosas, a comunicarnos con quienes están lejos y que podamos conocer a gente preciosa que de otra forma no sabríamos que existe.
Lo que nos pasa a los seres humanos, es que a veces, nos equivocamos en el momento y el modo de utilizar tantas cosas nuevas que trae consigo la tecnología, pero de que es algo malo, jamás.
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