LA ESCALERA DE LA VIDA

LA ESCALERA DE LA VIDA

Siempre tuvo miedo a los cambios. El pasar de una etapa a otra, el tomar decisiones, el optar por aquello que le gustara o quizás simplemente hacer lo que todo el mundo esperaba de ella.

Veía a la vida como una escalera, indefectiblemente ,para avanzar, había que hacer el esfuerzo de subir al próximo escalón. Para mucha gente , tarea relativamente fácil. No sabía por qué muchos ya nacen sabiendo cuál es su vocación. A veces deseaba haber nacido en la época en que los padres decidían por las mujeres y ya al momento de nacer sabían hasta con quien deberían casarse.¿ Serían felices las mujeres de esa época?¿ O son felices?, porque en algunas culturas, eso aun existía. Lo dudaba mucho.

Ahora estaba allí, mirándose al espejo, haciendo un repaso de su vida. Había estudiado una carrera que nunca pensó que se convertiría en su vocación. Sus padres se la habían sugerido, ante su falta de convicción o ausencia de ideas claras a los dieciocho años. Ella había aceptado, porque en verdad, no tenia idea qué hacer de su vida a esa edad. Después vino el título, los primeros trabajos y un año se unió a otro casi sin darse cuenta. En este momento estaba frente a la decisión de subir otro peldaño en la larga escalera de su vida. Retirarse o seguir. Si se retiraba, perdería el contacto con la gente con la que estaba acostumbrada a trabajar todos los días y que, sin darse cuenta, se habían ganado un lugar en su corazón. Miedo a lo desconocido. Pero a la vez era fácil pensar en quedarse en la comodidad de su escalón.¿ Y si la vida tenía alguna otra sorpresa más interesante un poco mas arriba? Ya había llegado a la edad en que lo único que quería era disfrutar ,haciendo lo que la hiciera feliz. Sin embargo la felicidad no siempre venía acompañada por lo que uno pensaba.

Desde chica, pensaba en que sería esposa y madre, algún día, que tendría su casa. Las cosas no siempre salen como se proyectan y lo único que tenía de todo eso, era el marido. Tampoco estaba tan segura de que era el que imaginó. A veces el amor se manifiesta en forma tan minuciosa, que es difícil saber si sigue con vida.

Sacudió su cabello, como tratando de espantar malos pensamientos. Se levantó de la silla donde estaba sentada y mantenía en sus manos los papeles que no se decidía a presentar. Escuchó el sonido inconfundible de su marido llegando a casa. Dejó los papeles sobre la mesa y ensayó su mejor cara para recibirlo. Lejos de sentir que era un día igual que cualquier otro, al saludar a su hombre, se aferró a un fuerte abrazo. Abrazo que él intensificó al ver que ella lo necesitaba. Allí estaba el amor. Pero sólo pasaron minutos hasta que él preguntó por la cena. Ella tratando de decidir el futuro y él preguntando por la comida.

Al comentarle lo que tanto le preocupaba, simplemente la animó a que lo hiciera haciendo hincapié en que ya era hora de que descansara y disfrutara de la vida.

La vida. Se había animado a cambiar. Dejar de lado su carrera para disfrutar de ella. Ahora tendría tiempo para sí misma. Acomodar la casa, hacer deportes, tal vez estudiar algo, mirar películas, salir de viaje…No contaba con extrañar la rutina diaria de su trabajo, a la gente que la rodeaba, al estrés de tener cosas pendientes, el sentirse importante para muchos, imprescindible para otros. La soledad de este escalón, no le gustaba. El paso estaba dado. Imposible volver atrás. La vida es una escalera mecánica, si te quedas, te traga. Tal vez estaba en un descanso y pronto aparecería algo inesperado, ese detalle que le inyectara la energía para pensar que todo valía la pena. Mientras tanto…seguía su vida gris.

Acomodar la casa, mirar películas, salir a caminar….recibir el abrazo y poner la mesa para cenar.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS