De lo efímero y lo perenne

De lo efímero y lo perenne

VICENTE LILLO

02/06/2017

De lo efímero y lo perenne

Georg:

¿Cree usted que hoy en día se puede conceder un premio en Ciencias Sociales a un investigador centrado en las religiones? ¿No le parece que las religiones son momias pertenecientes al pasado?

Ananda:

Ya veo que se encuentra usted entre las filas de aquellos que acusan a la religión de los males de la humanidad. Pero, no estoy seguro de que entendamos lo mismo por dicho término.

Georg:

No quisiera pecar de etnocentrismo, pero en nuestro hemisferio cultural, las tres principales tradiciones religiosas se han convertido en criterio para establecer en qué consiste la religión. Por decirlo brevemente: unos dogmas, unas creencias, unas prácticas, un ritual, una soteriología, una moral, procedentes generalmente de un tipo u otro de revelación religiosa.

Ananda:

Ese aire de familia de las tradiciones abrahámicas nos permite utilizar una definición funcional del vocablo religión. Por mi parte compartiría una distinción entre religión y espiritualidad. En ese caso, yo diría que algunas tradiciones podrían entenderse como tradiciones sapienciales, en las que cabe hablar de una espiritualidad sin que ello implique la institucionalización de la religiosidad.

Georg:

Me siento un poco extraño hablando de religiones o de espiritualidad, como si constituyera un discurso todavía practicable, no digo ya dentro de una metodología científica, sino incluso desde un horizonte filosófico, en el que creía que íbamos a movernos, dada nuestra formación principal, tanto la suya como la mía.

Ananda:

Está en juego no solo qué podemos entender hoy por “religión”, sino también por “filosofía”. En el hemisferio cultural al que pertenezco, la diferencia entre ambas nunca ha sido tan tajante como en el Occidente moderno. Sé que algunos de sus grandes pensadores han negado que en Oriente hubiese filosofía. Basta pensar en Hegel, Husserl y Heidegger.

También yo soy partidario del hegeliano “esfuerzo del concepto”, aunque se trate de pensar cuestiones escurridizas como las religiosas, y partidario de “mostrar las diferencias”. He de decir que no estoy interesado tanto en cuestiones religiosas como en lo que podríamos denominar una “espiritualidad transreligiosa”.

Georg:

¿Espiritualidad transreligiosa? ¿Acaso puede hablarse de una espiritualidad ajena a las religiones institucionalizadas? ¿Una espiritualidad sin dogmas, incluso sin rituales?

He de reconocer que esta hermosa visión de las cumbres himaláyicas resulta especialmente inspiradora para las alturas metafísicas a las que parece estar conduciéndonos nuestro diálogo. Tan solo mis habituales paseos por la Selva Negra me proporcionan esta mezcla de asombro filosófico y reverencia hacia la Naturaleza, como si también en ella pudiera percibirse lo Sagrado. ¿Quizás sea esta una experiencia espiritual transreligiosa?

Ananda:

Con el término “espiritualidad transreligiosa” quiero indicar que se encuentra “más allá” de la identificación con una religión determinada, pero también mostrar un reconocimiento del valor de las distintas tradiciones, al menos de su corazón más vivo. No cabe negar los errores cometidos ni los horrores perpetrados, pero esto es ya sabido. Y lo que se olvida ahora es justamente todos los aspectos positivos (morales, humanitarios, intelectuales, artísticos) que también han tenido las religiones. Quizás actualmente señalar justamente estos últimos, con suficiente rigor intelectual, sea merecedor de un destacado reconocimiento.

Georg:

Quizás es ahora cuando deberíamos replantear el significado de “espiritual”, pues he de reconocer que quienes hemos sido formados en el espíritu ilustrado, cuando no en el espíritu positivista o cientificista, padecemos una cierta alergia a todo lo que suene a religión.

Ananda:

No sé si hace falta recordarle que también nosotros hemos sido formados filosóficamente en corrientes como la filosofía analítica o el marxismo. No olvide que nuestras Universidades han seguido tremendamente influenciadas por el sistema educativo occidental, especialmente el inglés. Es cierto que fenomenología y existencialismo formaban parte importante de nuestro curriculum, pero más todavía la Escuela de Frankfurt y la filosofía analítica. Y también soplaron vientos de postmodernidad nietzscheana, y de un post-estructuralismo que sonaba a Lacan o Derrida e insistía en el carácter efímero y fragmentario de todo lo existente.

Pero dicha formación no nos impedía bucear en el océano de nuestra propia espiritualidad y leíamos igualmente las Upanishads y la Bhagavad Gita, o a Patanjali y Shankaracharya. Por no hablar de algunos de nuestros maestros contemporáneo; no tanto maestros del pensar como “maestros del ser”, para quienes la meditación no consistía tanto en una meditación reflexiva, como en una meditación contemplativa, a través de la cual la visión de una realidad espiritual se revela no como una noción especulativa o una creencia ciega, sino como una experiencia directa, con una certeza tan plena como el cogito cartesiano.

Georg:

Empiezo a vislumbrar el sentido de dicha espiritualidad, pues una especie de entusiasmo me ha recorrido e intuyo que podría hallarse aquí un nuevo enfoque filosófico que sin descuidar los resultados de las ciencias, sin ignorar el giro hermenéutico en las humanidades, sin depender de revelaciones ni dogmas religiosos, pueda establecer un fundamento firme en la experiencia, si bien no se trataría ya de un empirismo reducido, sino de un empirismo abierto, comprensivo, integral (quizás en la línea de lo apuntado por William James primero y por Jung más tarde) capaz de tomarse en serio las experiencias místicas y contemplativas.

Ananda:

Me gustaría añadir que esa experiencia ampliada, desde estados de conciencia más iluminados y cognitivamente reveladores, podría ser fundamento de una nueva filosofía, pero también eco de lo que algunos han llamado “filosofía perenne”.

Georg:

Pero con ese término se han defendido cosas muy dispares. Lo utilizó ya A. Steuco, en el siglo XVI, y más tarde Leibniz, incluso el neotomismo, aunque algunos creen que lo inventó Aldous Huxley hace unas décadas. Desconfío de esa homogeneización fácil, de esa pretensión de haber alcanzado la formulación adecuada de la verdad más profunda.

Ananda:

Quisiera apuntar la importancia de distinguir entre la “sabiduría perenne”, transconceptual, y las distintas formulaciones, más o menos sistemáticas, de las filosofías perennes.

Georg:

Ha sido un verdadero placer poder entablar esta conversación que sin duda continuará en el interior de cada uno, pues como decía Platón, el pensamiento es el diálogo del alma consigo misma.

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