El día en que la Muerte se personificó ante los hombres y les dijo que las personas valiosas nunca iban a morir, y que ellos, los hombres, dirían a la Muerte las personas premiadas con el don gratuito y sincero… éstos no lo entendieron.

Los hombres elaboraron una lista tan larga, que la Muerte habría tardado generaciones si la hubiera leído entera, empezó a hacerlo y se aburrió y se desanimó; había muchos hombres y no tantas mujeres, algunos murieron mientras que la lista era leída. No se reseñaban las razones ni las objetividades de la reflexión de los hombres, pero todas las personas enumeradas eran conocidas por la Muerte y fueron una decepción para Ella.

La Muerte tiró la lista y los dioses la recogieron y confeccionaron otra. Las personas agraciadas eran todas importantes por sus méritos y galardones y todas habían hecho grandes actos de religiosidad y eran caritativas y bondadosas, pero no merecían la eternidad a juicio de la Muerte. Por ello dijo a los hombres que hablaran con sus sabios para que todos, en asamblea, convinieran cuáles iban a ser los inmortales.

Sabios musulmanes, cristianos, budistas y de mil de confesiones mas, discutieron primero antes y no llegaron a un acuerdo y el tiempo pasó y la Muerte se murió y nació otra, y entonces, los hombres, aprendieron que todas las personas merecían morir pues ese era el verdadero regalo. Esto ocurrió hace mucho tiempo.

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