La niña del pupitre de al lado
Margarita así se llamaba, Cuando llego al colegio me intrigó mucho, sus cabellos rojos, y sus pequeños ojos negros enmarcados en unas ojeras raras, no de esas que salen por dormir tarde, además emanaba un olor como a pan dulce, era extraño porque era rico el olor, pero en una persona me desconcertaba, no se era raro; por más que trate de entenderla no pude, hasta que por fin habló, habían pasado varios días y no podía comprender como no emitía palabra, yo que hablo hasta por los codos, solo estudia, y en el recreo lee, no juega, solo estudia, mientras la miraba constantemente, podría ver como pareciera que no respiraba, por Dios es una niña que ni parpadea, alta como mi primo Ramón de 13 años, siempre está secándose las manos porque le sudan mucho y más si los niños se meten con ella, no se defiende, solo los ignora, pero puedo sentir su miedo y ellos también, el día que hablo la verdad me sobrepaso, todo era tan claro hasta para mí una niña de 9 años, ella era criada por su mamá y sus abuelos, eran fríos como la nieve, esa que nunca he visto en persona, muy altos, que miran con ojos que parecen derretirte por no ser perfecta, y su mamá parecía la muñeca de trapo más sin vida que había conocido, era bonita pero en serio inanimada, eso sí, era Doctora y de las mejores, Margarita no tenía papá, ella me comentó que su papá, era un cobarde, que se había ido huyendo cuando su mamá salió embarazada, que nunca las quiso, no jugaba porque ella tenía que ser la mejor estudiante, si sacaba un B la hincaba en arroz y si se repetía, lo hacían con chapas, ese día que habló mirándome fijamente, lo recuerdo retumbando en mi cabeza, con voz tímida y cortada me dijo, me gustaría ser tú, yo quede paralizada, sentí el miedo helarme toda, me daba miedo que cambiáramos de cuerpo, yo no podría vivir su vida, moriría de tristeza, pero después de que paso ese frío, un dolor mortal aquejo mi barriga, creo que fue el tener que digerir que no podía hacer nada para que su familia la dejara ser niña y por más que quise contener mis lágrimas, fue imposible, la abrace y le dije que cuando mi mama fuera presidente no iba a permitir que eso siguiera pasando, y cada vez que la veo la abrazo, con esos abrazos que mi mama me enseno que quitan cualquier tristeza.
Al pasar los días nos hicimos amigas, en su casa no juega ni ve televisión, solo estudia y lee, al cabo de una meses, ella cambió y comenzó a tener color en la cara, amaba venir al colegio, sonreía y compartía en el recreo, pero aún recuerdo su respuesta, como si fuera, el ruido escabroso que hacía mi hermano cuando prendía su equipo, con esas cornetas inmensas en el patio; la vez que le pregunte, ya sonríes y juegas, cambiaron tus abuelos y mamá? Y me respondió con una voz rebelde; sonó a mi medio hermana mayor de 15 años, cuando quería imponerse a mi padre; No! Solo me acostumbre y acepte lo que soy….
Ya han pasado algunos años, estoy emocionada porque pronto seré bachiller y de repente una de las organizadoras, con su cabellera roja, me recuerda a Margarita, la niña del pupitre de al lado, no se podía graduar, se había suicidado… Ella había dejado una carta para mí, en mi bolso un día antes de aquel nefasto día, pero yo la encontré días después, tal vez la hubiese salvado si la encuentro el mismo día, pero mi mama me dijo que no podemos salvar a quien no se quiere salvar, si no hubiese sido ese día, hubiese sido cualquier otro, que no cargara con ese peso; que ya parecía como tener a la tía Juana en la espalda que pesaba como 200 kilos.. La carta decía así: Sofía gracias por todos esos abrazos que me diste, por la solidaridad en tus ojos, por tus lágrimas que acompañaban mi dolor, pero ya todo está bien, yo no debí nacer, fui un castigo para mi mama, por haberse acostado con un hombre casado, pero ya todo está bien, ella no volverá a llorar por mi culpa y ya mis abuelos no me verán, para que no le recuerden constantemente el error a mi mama, yo quiero que ella sea feliz, la amo con todo mi corazón, tendrías que ver como se le ilumina la cara cuando sonríe, y mi papa no tendrá que cargar con el peso de una niña que pone en peligro su feliz matrimonio, estaré en un lugar mejor, donde podre bailar y no tengo que estudiar solo bailar, porque siempre seré una bailarina de ballet en su cajita de música, gracias por ser mi amiga y por hacer más felices mis días, no quiero que llores, me voy contenta y a un lugar mejor.
Volví a sentir el mismo dolor mortal en el estómago, nunca pude digerir como los papás no podían querer a su hija, mi mamá me consoló y me dijo el problema es que no vivimos entre la Misericordia y amor, no entendí bien, pero hoy, me doy cuenta que había aprendido a vivir entre ellos, será por eso que hoy puedo decir que no soy perfecta pero soy feliz y persigo mis sueños, tengo problemas y a veces fracaso, me pongo brava o triste, pero me paro, me sacudo y sigo, esta es la única vida que tengo y soy la única que puedo escribir mi historia; pienso ser feliz, pero lo aterrador de esta historia que ocurrió hace 9 años, es que cuando termine de contarla, mi hermanita de 8 me miro con los ojos a punto de estallar en lágrimas y me dijo: osea que la mayoría de mis amiguitos se van a suicidar…
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