EL CASO SOLARIS.

– Si me muriera y de repente apareciera una copia mía, con los mismos recuerdos y sea exactamente igual a mí y siguiera su vida dónde yo la terminé ¿ lo querrías como a mí?- dijo con fingido desinterés.

– Sí, supongo, no sabría que te moriste.

-No, se supone que tú sí sabes que morí, el que no sabe soy yo o, más bien, mi clon.

-Sí, supongo que, si es idéntico a ti, no me costaría trabajo quererlo.

– Pero lo querrías como si fuera yo, o como si fuera alguien más.

-Carajo, no lo sé. Lo querría y ya.

Así evité una discusión con mi amigo. Yo quise hacerle la misma pregunta. Conociéndolo, seguro llegaría a la conclusión de que sería yo misma, que mi alma o algo seguiría ahí y lo mismo si no fuera un clon, sino un fantasma o una alucinación suya o un sueño recurrente, él siempre creería que soy yo misma. Su sentimentalismo lo llevarían a eso. Pero yo, sabiendo que él murió ¿cómo podría querer a ese otro como si fuera él mismo? Lo sería en cierta medida, pero ¿eso me haría olvidarme de la muerte de mi verdadero amigo? Sí, querría al otro, pero ¿cómo a él mismo? ¿Habría un momento en que me olvidara de que el primero murió? Ahora no puedo saberlo. Tengo que pensarlo desde mí misma.

Recuerdo haber leído o visto en alguna película un caso similar. Ahí el problema antes que nada era si esa reproducción, que a simple vista era idéntica a la persona muerta, era un ser humano.

Volví a la conversación con mi amigo, porque a veces también me obsesiono y quería jugar a la detective.

-¿Qué sería lo humano para ti?- le dije después de un largo chismorreo.

-No lo sé, identificarse con otros.

-Pero ¿qué los identifica?

-Algo físico, si veo a aquel que va caminando, sé que es humano aunque nunca lo haya visto antes.

-¿Los personajes de Solaris parecían humanos?- dije

-Ah ya sé a qué vas- Le encanta discutir por discutir al maldito, adiviné su felicidad que siempre oculta. Pero nunca ha podido ganarme. Y seguro de ahí había sacado su pregunta original.

-Entonces ¿eran humanos? si ni siquiera estaban formados con los mismos elementos, eran de neutrinos si no me equivoco.

-Pues que se identificaban con otros humanos, quizá, no sea algo del todo físico. Tal vez la capacidad que tienen de comunicarse.

-Las máquinas se comunican con nosotros, ¿son humanas?

-Quizá, también hay que agregar la sensibilidad.

-Las máquinas son sensibles

-Pero no son humanas, igual que los visitantes de Solaris.

-Entonces ¿Harey no era Harey?

-Era una Harey no humana. La identidad no siempre recae en nuestra humanidad. Recuerda a Descartes. La duda llegó más allá de su humanidad, se identificó como algo que piensa, como una conciencia que no tiene que ocupar un lugar definido en el espacio.

-Pero no hay identidad ahí.

-Claro que sí, porque se reconoce como algo diferente, incluso si es una ilusión de un tercero, se reconoce diferente a ese tercero. La conciencia de uno mismo es la identidad, y Harey era la misma Harey hasta que se enteró de que físicamente no lo era, que había muerto diez años atrás.

-Si yo te dijera que estás muerto, seguro algo ocurriría en ti, no me creerías a la primera, pero después de insistirte terminarías por creerme, perderías esa identidad y automáticamente te convertirías en otra persona.

-Pero no sin identidad. Supongo que el problema no consistiría en si el clon tiene la conciencia absoluta de ser él, o si es humano, sea Harey o sea yo o seas tú, sino en la aceptación de los demás como el mismo individuo. En este caso la muerte es lo que nos impediría darle ese reconocimiento.

-Tendríamos que aceptar algo como el alma. No sé, ya tengo sueño, luego hablamos. Adiós – Y nos despedimos, pero antes me dijo.

-¿Qué pasa si te digo que estoy muerto y yo soy un clon?

-No te creería. Yo puedo manejar eso mejor que tú, tanto tu muerte como mi muerte. Tú no estarías tan tranquilo con ninguna de las dos, aunque estuviéramos aquí hablando. Aunque si fuera cierto, y estuvieras tan tranquilo, probaría lo que digo, serías otro.

-Yo me aferraría a la idea de que eres la misma- “lo sabía” pensé- pero no contestaste a mi pregunta- dijo después. Nunca puede con la incertidumbre de lo que pienso sobre él.

-Al final también me dejaría llevar por mis emociones, como tú, pero no tanto.

-Eso ¿qué significa?

-Que no lo sé, y no hay forma de saberlo. Mañana seguimos hablando, pero hay que analizar el caso de una persona que no nos importe, para poder ser objetivos.

-Sí, de alguien que quisiéramos que se muera- Reímos tanto que tuve que interrumpir:

-Si yo te digo que estoy muerta…

-Ya, ya, tienes razón. Nunca podría con eso.

Terminamos de Reir.

Qué raro, él nunca introduce los temas serios en la conversación, y ¿si es una reproducción? Oh, pero lo hizo para hablar de los sentimientos entre nosotros, sí es él.

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