Y tú ¿en qué crees?, me preguntó el profesor de aquella clase de teología.

No supe que contestarle, casi todos los muchachos eran aprendices de sacerdotes y asistían a esa clase con la intención de acrecentar su fe y poder dedicarse a ella durante toda su vida.

¿Qué podía decir yo? ¿Decirle la verdad? ¿Decirle que estaba perdido? ¿Contarle que estaba en esta clase solamente para ver si alguien me podría ayudar?

Entré a este curso solo para ver si alguien me podía explicar que era la fe, porque la teoría la tengo,FE:“Creencia y esperanza personal en la existencia de un ser superior (un dios o varios dioses) que generalmente implica el seguimiento de un conjunto de principios religiosos, de normas de comportamiento social e individual y una determinada actitud vital, puesto que la persona considera esa creencia como un aspecto importante o esencial de la vida.

Gran parte de mi vida me creí una persona muy espiritual, hasta puedo decir que sufrí de lo que llaman “ego espiritual”, todos los días meditaba, pensando que mis meditaciones no eran otra cosa que una conversación con Dios, que él me hablaba, escribí libros de autoayuda contando cada una de mis experiencias espirituales, “la Fe es lo más importante y lo más hermoso que nos pudo regalar Dios, es dar por hecho algo que aún no pasó y que tal vez pareciera que es imposible que pase, es la base de todo milagro”, escribía en todos mis libros.

Puedo jactarme y decir que ayudé a muchas personas a pasar por momentos difíciles, recibí muchas bendiciones, pero un día mi vida cambió, no quiero pensar que fue una prueba de Dios, porque el Dios en el que yo creo no te pone pruebas, él solo quiere amor para ti, pero ¿si me equivoqué? ¿Si el verdadero Dios sí te pone pruebas? ¿Si es un ser malvado que solo quiere que creas en él sin importar como te va en la vida o si las cosas se ponen difíciles?

Todas mis creencias fueron desbaratadas en un segundo, desde ese momento fui por el mundo esperando que ocurra ese milagro, que alguien me explicara qué era la fe, enseñarme a sentirla…

Fui a cada procesión, vi como los fieles de algún santito lloraban al pedirle milagros y muchos de estos iban tan solo a agradecer por el cumplimiento de alguno.

Fui a las diferentes clases de iglesia, ya saben que hoy en día existen muchas, ya da igual porque ninguna pudo llenar ese vacío, ninguna me hizo recobrar la fe.

Así pasaron los años, buscando a la sra. Fe, mirando alrededor, envidiando a cada persona que va rezando con los ojos cerrados y el corazón abierto, preguntando a cada sacerdote, metafísico, monje, pastor , etc que se siente el creer, el dar por hecho algo que aún no sucedió, el pensar que un Dios todopoderoso los escucha y los entiende.

Y entonces sucedió, después de escuchar la pregunta del profesor, solo atiné en responder, CREO EN DIOS EN MÍ.

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