A LAS PUERTAS DE SHARAZAN

A LAS PUERTAS DE SHARAZAN

DESPERTARES

La casa despierta con tiernas madrugadas

y un suave, verde, agradable olor

a mañanas silenciosas, pintadas

con la luz de tu esencia;

mientras nuestros cuerpos

se van elevando sobre estas miradas;

el sollozo de las golondrinas se levanta

junto a nosotros, observando

el alegre color en aquella mirada

envuelta en esas sábanas blancas

de descolorido aroma a entrega.

Entonces, la mañana se alza,

besa con rocíos

a la empañada ventana

que nos protege del frío, la noche, el sol,

o de las curiosas miradas que pasan

como vagabundas almas

tras nuestras cortinas.

Y queda la noche embriagada con su vino,

con el recuerdo de su pan caliente,

el poema de temblorosa pluma

y tinta derramada sobre tu piel.

TUS BRAZOS, MIS DESEOS, LAS ALAS

Tus brazos, mis deseos, las alas,

los besos, los arraigos,

las pasiones, los cantos, los ángeles,

las palomas

nos contemplan recostados

sobre los pétalos; las rosas.

la brisa, el viento, el frío,

la llama, el vacío, las hojas,

los árboles, los ríos,

tus miradas, mis miradas,

nuestros anhelos

descansan en agitados gemidos

de corazones entrelazados y miradas unidas

en un nuevo horizonte;

después … quedan las madrugadas

la luna, el sol;

quedan, después,

nuestros caminos, nuestros pies,

las almas, los vuelos de acordeón.

las sonrisas vienen,

las sonrisas,

nuevos cantos, nuevos

vuelos de aves blancas, sucias,

limpias, cansadas;

se vienen con el silencio,

nítido, sutil,

estridente, silencioso,

pensante,

hasta acabar en el filo,

la cama, la almohada,

la noche;

envueltos, enredados, unidos;

viviendo, amando,

contando minutos,

segundos,

relojes, aros, copas

que se bañan

en manantiales de vino,

miel, mantequilla untada en tu piel,

helado, chupete, caramelo, azúcar,

endulzan nuestras tardes

acabadas

en nuestros labios,

unidos en cálidos despertares

y eternos segundos

de rojo carmesí.

QUÉ SERÍA DE MÍ

qué sería de mí

Sin las tiernas caricias de tus manos,

suaves como el mar sereno

y como el vuelo de las golondrinas

cuando construyen sus nidos.

Qué sería de mí sin unos labios

Dulces como la mora en tu piel,

que me embriagan en su calor

y sacian la sed

de tenerte en mis brazos.

Qué sería de mí sin el calor de tus pechos,

blancos collados que se levantan imponentes;

pequeños, firmes, de pezones como volcanes

donde erupcionan mis deseos.

Qué sería de mí sin ése vientre bendito,

cobijo de mis más profundos sueños,

y cómplice de mi pecado.

Qué sería yo sin tu ombligo,

pedacito de luna incrustada en tu piel;

centro de mi mundo, mi universo, todo;

y si eres tan dulce y bella, lo eres por él

porque en él se encuentra el sabor

que me guía a tus frutos prohibidos.

Qué sería de mí sin tus piernas,

ésas suaves piernas

que cerradas… contienen tus deseos,

deseos de ser colmada con mis besos.

Qué sería de mí sin ti mujer,

si eres mi sal, mi azúcar, mi complemento;

el pretexto exacto que necesito

para entrar en ti; en tu dulzura, tu luz

y la exquisita perfección

que me ayuda a cargar ésta cruz

de vivir por ti, mujer.

ELLA ES

Ella es la luciérnaga que invade mis noches;

Viene sigilosa entre mis sábanas

Para confundirme con el brillo de sus caderas

y acurrucarme con el sonido de sus alas;

me lleva en sueños a praderas verdes, muy verdes;

mientras contemplo a las estrellas

que se pierden en sus ojos,

en la profundidad de ésos ojos benditos,

encendidos con fuego de eros;

y me tienta beber del cáliz de su boca.

Ella es el vino que moja mi pasión

y embriaga mi deseo de volar

a otro lugar, otro mundo, otro universo

donde solo y solamente existamos los dos

y nuestra pasión;

sin manzanas o serpientes que tentar,

solamente nuestros cuerpos desnudos

en el edén, guardián de un beso suyo.

Ella es el verso de un poema

que nace del papel mojado

con tinta hecha de sangre,

de lluvia, de vino, de llanto,

de sudor derramado por mi frente,

de saliva que se mezcla en un beso

y de lluvia que moja mi cama.

Ella es mi amiga, simplemente…

mi amante.


EL VOLAR DEL CÓNDOR

Julio verá volar al cóndor

entre los andes de tu cuerpo;

cauteloso, extender las alas

y encontrar en tu ombligo

el motivo de su libertad;

entonces, solamente entonces,

tomados de las alas

elevaremos nuestras pasiones

hasta las cumbres serranas,

allá, donde se pierden los amantes

para encontrar abrigo el uno en el otro;

nos iremos a perdernos también nosotros;

unidos, juntitos en la arena de un nido,

hasta la entrada del sol naciente.

Julio verá volar al cóndor;

volar en busca de tus dedos,

tus pies, tus manos,

tu cuerpo imponente en los cielos,

tu mirada de fuego;

se perderá entonces, en la entrada de tus pupilas,

de tus ojos, de tus labios,

siempre tus labios,

donde comienza el vuelo del cóndor.

AMOR MESTIZO

Hoy visto con túnicas púrpuras

Y sandalias doradas,

Las mismas que en despojos

Quedarán tras las cortinas

De ventanas empañadas

Por el aliento de dos cuerpos enlazados

En el vaivén intenso

De una eterna entrega

Me envuelvo en las alas

De un ángel y su último

Y primer pecado

Cometido con los ojos

Esos ojos benditos, llenos de fuego

Que mezclaron al inti y a la hija del misti;

Y qué importa si nuestro amor es mestizo

Si hasta la muerte es mestiza.

Hoy visto con túnicas púrpuras

Y sandalias doradas

Y antes de quedar con mi alma al desnudo

Siento el aroma de tu cuerpo;

Polvos mágicos hechizando mis deseos.

Hoy visto con túnicas púrpuras

Y sandalias doradas;

y qué importa si me ahogo en mi locura

O en la locura de éste desvarío

Si lo único que importa

Es perderme en ésas alas

Y en el pecado

De un ángel.

TIEMBLA LA ÚLTIMA SINFONIA

Tiembla el ruiseñor

Al oír pasar la melodía de tu canto,

Que como viento acaricia a las hojas

Del bosque encantado de mi valle.

Tiembla el pavo real

Al contemplar tu rostro, pintado con polvo de estrellas

En el lienzo que enmarca una vida compartida

Y unida al pincel de mi mano

Tiembla el amanecer

Al encontrar el brillo de tu mirar,

que limpia al río formado

por lágrimas agotadas

sobre el vientre de tu madre.

Tiembla la noche

al contemplar el claro de luna,

composición perfecta de tu llanto.

Tiembla la última sinfonía,

pues ni el músico más prodigioso

pudo entonar sus notas

en el pentagrama de tu piel…

rosa de cristal, fina e inmaculada

pluma de mi verso.

TÚ Y YO

Tú; el verso de un poema

nacido en las gotas del rocío

de cada mañana,

cuando mis ventanas

amanecen empañadas

con el verde de tu mirada

y el calor del aliento

que descansa en un poema.

Yo; la pluma rota

desprendida de las alas de un ángel

que cayó a la tierra,

buscando encontrar en ella

el motivo de su libertad.

Tú; la manzana mordida

sin serpientes que tentar,

fruto prohibido en el edén de mis sueños,

habita en la tierra

donde te puedo encontrar

simple y natural,

bella rosa en mi portal.

Yo; la mañana silenciosa

de un agradable color

y el baño del sol

que pinta sobre el campo

un paisaje a esperanza.

Tú; dulce, bella, tierna rosa

que despierta en primavera

para atrapar los sueños,

para echizar mis días

en el azul del tiempo

que corre sobre la maravillosa

linea de un nuevo horizonte.

Yo; tu poeta que encontró en tu ser

El motivo de su inspiración.

Tú; golondrina que se posa en mi ventana

Para convertirse

En la musa del poeta.


EL INICIO

Cruzamos la mirada, un atardecer sin recuerdos;

Las letras del poema caían hacia tus ojos;

El poeta a su amada

Cantaba en versos los latidos de su corazón.

La musa sonreía y se regocijaba en un amor

Que apenas naciera en el cruce de miradas.

Los días desde entonces, grises caminaban

El andar de la muerte;

Las noches lloraban con el extraño anhelo

De volverla a ver.

Los minutos eternos cargaban mi cruz

Una espada, fermento en el corazón;

Hacía al recorrer del tiempo

Extraño y doloroso tormento.

Una noche sin estrellas… ni luna…

cruzamos nuevamente las miradas

una copa de vino, el postre de tus labios, una palabra

y el sonido de tus lágrimas

dieron al poeta, la razón de escribir;

dos días pasaron con las agujas detenidas,

lento andar de nuestros pasos hasta un encuentro

de corazones enamorándose en un mágico lugar

juntos, juntitos, abrazados, creando vínculos

en la lenta garúa de aquella mañana

que terminó en la entrega ansiada

de la luna al sol y del sol a la luna.

Levantando las alas, volamos en la tormenta;

y en nuestra oscuridad, una vela se encendió.

Roja era la tarde; la llama y el dolor sellaron la promesa

de estos labios difuntos y resucitados

siendo una tarde cualquiera

el guardián de un nuevo corazón.

TUS PIES

Amo tus pies más que a tu locura;

porque despiertan en mis ojos

deseo, amor y mucha, mucha ternura.

Los amo porque en ellos

comienza mi manía

y van subiendo mis deseos

hasta la pantorrilla,

el pubis de primavera,

el ombligo, cráter de delirios

y tus senos, siempre tus senos,

suaves montañas de leche;

blancas como la espera de tenerte

perdida en mi locura.

Encuentro en ellos mi delirio agotado

por los andares de tus caderas;

ellos son las que te transportaron

a las verdes praderas

donde yo de ti, quedé enamorado.

Amo tus pies porque danzan

al rítmico sonido de la noche,

mientras nuestros cuerpos cantan

y la pasión se quiebra en su derroche.

COMO CÓNDORES EN LOS ANDES

A tientas doy cansados pasos

hacia el vuelo en primera,

una nueva aventura

de aires y nubes; de mares

y océanos profundos;

terminando siempre

en celestes, azules o verdes colores;

terminando siempre

en quebradas figuras y abismos silenciosos,

besos y montañas gemelas;

terminando siempre

con las alas al aire

y libres cadenas que me atan

a ésa mirada fugaz,

mirada que al fin y al cabo

libera mis miedos, mis deseos y delirios.

Entonces, a tientas, damos pesados pasos

al borde de un abismo

para aprender a volar

en ése tú y yo,

en ése nosotros,

juntos;

como cóndores en los andes

o gaviotas sobre el mar.

UN ÁNGEL EN DÍAS LÓBREGOS

Un ángel viste de blanco en días lóbregos,

donde el tic-tac se hace lento

y largo, cansado amanecer en mi pecho;

Un ángel me mira y llora, lloramos todos,

lloramos en silencio y para adentro;

no sé si lloramos de alegría o de tristeza,

pero lloramos con las entrañas,

con el corazón y el alma;

mientras unas rosas cantan

y se tiñen de blanco, o verde, o rojo

o qué sé yo; si en el blanco de sus ojos

se escondieron siempre los minotauros.

mi padre cae en su nerviosismo, mi madre solloza

y un vientre salta a mi cabeza;

es Yelanny la única que sonríe

y estira sus brazos para alcanzar mis pensamientos.

Un ángel llora, aferrándose a su madre

y a los días de noviembre, domingo o sábado,

ya no lo sé, pero son veintisiete,

veintisiete los días contados en éstos años;

Un ángel llora, pero es feliz, al menos eso creen sus ojos;

y sus labios; y el espejo; y el vestido blanco

que encontró en el zaguán de los árboles.

Aumenta la agitación de mi pecho;

se siente perdido, asustado

y no sabe si es feliz, o triste,

o qué sé yo; si en mi pasado

pude entender que jamás

podré encontrar diferencia

entre la felicidad perfecta

y la más triste soledad.

Un ángel viste de blanco en días lóbregos

y no sabe si llorar o reír, entonces llora,

pero es feliz, o al menos eso creen sus ojos,

su pecho, su vientre; un nuevo motivo.


LE PETIT MORT

Sientes bajo tu vientre

una hilera amarilla de hormigas

caminando entre las sombras

cautivadoras de tu piel;

mientras mis manos se hunden

en el amanecer de tus labios,

en el crepitar de tus dientes

y el escalofrío de tus pies;

cuando en mi ser, uno a uno,

cuando en tu mirada, dos a dos,

se unen extraños gritos

de estatuas recostadas

en el tálamo de un poema;

nuestra casa, olor a primavera

y eterna entrega.

Sientes bajo tu vientre

mariposas naranjas, amarillas,

verdes, azules; mariposas

sin color y de todos los colores;

revolotean las formas sin luces

sobre una colchoneta hecha de flores,

revolotean tus manos en mi cuerpo,

mi cuerpo en tu espíritu,

mientras que en segundos eternos y fugaces

se viene la pequeña muerte,

para volver a nacer en mis brazos

y en el calor de nuestros cuerpos

desnudos.

POEMA PARA SLAY

Estoy en el minutero de mis espacios;

Recordando, olvidando;

Odiando, tal vez;

Amando, quizás;

escribiendo con fuego y agua;

papel mojado, como dice el poeta;

con sangre, con llanto

y blancos olores de recuerdos,

olvidos, sueños que reposan

en mi pluma, la tinta,

los versos

escapan y van al mar,

con el viento,

en un susurro; para regresar

hasta el valle,

volver con su sal, su aroma que no tiene

prisa en llegar hasta su piel

porque ella sabe:

Un día, se han de quedar

los versos en su pecho.

Estoy en el minutero de mis espacios,

aguardando, esperando

que el tiempo sea ligero

como mis pasos, mis sueños,

sus caricias

y los versos ahogados

en mi pluma de ganso

y en las líneas rasgadas

en éste poema

nacido para slay.

SHARAZAN

Así se van pasando las horas cansadas, cansadas,

Buscando llegar al mar,

Al día prometido, anunciado por las trompetas

Que en Jerusalén tocaron la paz;

Ésa paz que sólo encuentro en tus ojos

O en tu frente ceñida de espinas,

Como Cristo que nos entrega su sangre;

Tú me entregas, en cambio,

El perfume de tu aliento

Y Tu pan caliente.

Así se van pasando las horas buscando llegar

Pronto, muy pronto, al pórtico de SHARAZAN,

Y poder descansar;

Y beber; y comer del fruto de tus labios.

Hoy te encuentro al despertar

Amándome sin cesar,

Entrando juntos a SHARAZAN.

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