EL SILENCIO DE NINA

Mi madre hoy no se acordaba de mi nombre.

Hemos llenado unas cien hojas con tu nombre: Nina, Nina, Nina…, no debes olvidarlo. Así que haremos lo mismo con los nombres de mis hermanos y el mío. De lo demás, no te preocupes mamá.

No hace falta que nos prepares esas comidas tan ricas que nos hacías y que ha probado medio barrio, que nosotros somos muy de invitar y ya sabes, igual estábamos seis a comer que dieciséis, y tú siempre les recibías a todos con los brazos abiertos.

Tampoco hace falta mamá, que te quedes las noches en vela cuidándonos cuando estemos malos, poniéndonos esos paños de agua tan fría en la frente. Que yo abría un ojo en mitad de la noche, media atontada por la fiebre y siempre veía tu bonita sonrisa.

No es necesario que nos lleves a tantos sitios, que si al parque, que si a la piscina, que si a ver esa peli que nos hacía tanta ilusión… ni siquiera al médico cada vez que nos veías un poco flojillos para que nos recetara vitaminas, que por cierto nunca te dio pero que siempre hemos tomado..

Tampoco importa que no hagamos viajes tan largos a la playa, o a la montaña. No te preocupes, pasearemos por el barrio, por nuestro barrio, saludando a tus vecinos, viendo tus tiendas… y lo pasaremos bien, mamá.

No hace falta que nos cantes canciones de esas folclóricas que te encantan y a nosotros…bueno, no tanto pero, ¡vamos, que las cantas genial! Ni que nos cuentes esas historias tan especiales que les pasaban a tus hermanos, primos, tíos… Yo no sé si al final te las inventabas mamá, o es que nuestra familia es muy rara.

Pero no te preocupes, yo te cantaré una canción de cuna todas las noches si eso te ayuda a dormir, que pensándolo bien, lo dudo. Y mis hermanos te contarán las batallitas más divertidas que te puedas imaginar.

Todo eso vamos a hacer por ti, ¡faltaría más!, pero…¡por favor, no te olvides de mi nombre, mamá!