quedó grabada tú última tarde en el jardín, se detuvo el reloj y nos condenó a un tiempo eternamente lento….
Tús pasitos corriendo muy despacio, tu risa en la cara y tús ojos al cielo.
Y ese inevitable aroma de los azahares que nos han atrapado – que si fueran jazmines…que si fueran madreselvas…-
Tús bracitos como alas y tús manitas suspendidas sobre las nubes del tiempo.
Nuestros pájaros pasaron esa tarde y cantaron para nosotros una canción desgarradora, (olía a azahar y ellos lo sabían).
Entonces te envolvió el verde de mis plantas que te amaron tanto y tanto como toda la casa.
Y luego,
calló la casa para siempre cuando comenzaste la partida.
Bautista Pieres Vera, caminante y peregrino….. no se
puede vivir así, porque ya no estás, y sin embargo, te
niegas a irte.
María Alejandra Costa Escasany
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