CUANDO NO ESTÁ MAMÁ

CUANDO NO ESTÁ MAMÁ

Ada Raya

21/04/2014

– Te dejo a Ada, Guille y Marcos, dentro de media hora los tendrías que poner a comer, te he dejado espaguetis con salsa preparados en la nevera solo tienes que calentarlos. Por la tarde puedes llevarlos a donde te parezca. Daniel y yo volveremos a las diez. De cenar puedes preparar unos bocadillos. Hay pan de molde, queso, jamón, atún…

Dijo mi hermana notablemente nerviosa.

– ¡No te preocupes Cris! Ya me las apañaré, tu tranquila, de verdad…

– ¡Y recuerda que a las ocho y media tienen que estar ya en la cama!

Dijo Cristina subiendo al coche. Y mientras la parejita feliz se alejaba saludando con la mano por la ventanilla yo me imaginaba una tarde de ensueño cuidando de los niños mas buenos del mundo. No sabía lo equivocada que estava…

En el rato que los niños se quedaron jugando en el jardín todo transcurrió con calma (o al menos si hicieron alguna travesura no me enteré). Pero en cuanto tuve la comida caliente y los quise sentar a la mesa la cosa cambió:

– ¡Niños a comer!

Los tres acudieron obedientes a mi llamada, se sentaron en la mesa y empezaron a comer. Marcos, el menor de los tres, cogió su servilleta y se la lanzó a la cara a su hermana y, divertido, soltó una carcajada. Ada le dedicó una mueca mostrando que no le hacía ninguna gracia, agarró la jarra de agua y se la derramó por encima. Al niño se le pasaron las ganas de reír de golpe y, enfadado, cogió un puñado de espaguetis que fueron a parar accidentalmente a la cara de Guille y este se puso a llorar:

– ¡Yo no he hecho nada! ¡Sois malos!

Me llevé al niño al piso de arriba para darle una ducha y cometí el error de dejar a Ada y Marcos solos abajo. Y de repente oí un grito:

– ¡Aaaaaaah! ¡Noooo! 

Bajé corriendo:

-¿Que ha pasado?

– Ada es mala, me ha puesto perfume de niña y ahora voy a oler a niña todo el día.

– ¡Se lo merece!

-¡Ya basta niños, todos a jugar al jardín y sin peleas!

Los niños obedecieron sin rechistar. Mientras ellos jugaban me dediqué a leer un libro y cuando me di cuenta habían desaparecido. Salí de casa corriendo decidida a encontrarlos. Después de un buen rato buscando los encontré jugando entre las estatuas de la plaza mientras un chico joven les hacía fotos:

– Por fin os encuentro. ¡Menudo susto!

– ¿Son tus hijos? 

Dijo el fotógrafo extrañado.

– No, son los pequeños diablillos de mi hermana… 

– El pequeño se ha sentado con mis amigas (es muy ligón) y los he visto tan adorables que he decidido hacerles unas fotos… ¿Me dejarías publicarlas en mi blog?

Dijo guiñándome el ojo y entregándome una tarjeta.

– Emm… Si… Esto, claro yo me tengo que ir que estos se tienen que ir pronto a dormir…

Dicho esto huimos de aquel hombre tan raro.

FIN

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