En un olivar rebuscan aceituna un padre sus dos hijos y dos sobrinos y con ellos un burro y un perro .Cargan en las alforjas tres sacos. La guardia civil los ve y los para.

-¡Alto,guardia civil! ¿saben ustedes que todavía no se puede rebuscar?

                                                                                                                                                  Los cincos hombres se acercan a la guardia civil y el mayor le dice:                                                                                                                                      

-Buenos días señor agente, si lo sabemos pero cuando la necesidad aprieta hay que buscarse el pan.                                                                                                                                                              

Uno de los agentes saca un bolígrafo y una libreta y observa a los cincos hombres, al burro y al perro. Rodea al burro y mira dentro de las alforjas y ve que sí llevan aceituna.

Dos de los hombres mas jóvenes se miran y agachan la cabeza…

                                                                                                                                                    El agente les pide los nombres:

-¿Llevan documentación? Mirando al abuelo. ¿Cómo os llamais ustedes?

-Pedro, me llamo Pedro. Dice éste.

-Pedro. Responde el hijo.

-Pedro. Responde el otro hijo.

-Pedro. Responde el sobrino.

-Pedro. Responde el otro sobrino.

Los agentes se miran y se ríen y uno de ellos dice un poco mosquead

-¿Estamos de cachondeo? ¡Esto es una broma! ¿No? Pide una explicación uno de los agentes.

-Seguro que el perro y el burro también se llaman Pedro ¿verdad?. Dice el otro agente.

-Sí, señor agente. Se llaman Pedro los dos. Responde el mas joven.

-¡Documentación por favor! Pide uno de los agentes ya enfadado.

Los cinco Pedros sacan su documentación y se la enseñan a la guardia civil y efectivamente los cinco se llaman Pedro.

Unas risas inundan el olivar, hasta el burro parece sonreír. Los agentes pensando que esto era una broma estuvieron a punto de llevarlos al cuartelillo.

-¿De quién fue la idea de ponerle de nombre Pedro al burro y al perro?

El abuelo dice:

-¡El vino! señor agente. Éste se ríe

-¿Cómo os distinguen en el pueblo, si todos os llamáis igual? Pregunta un agente.    

El mas joven responde:

– A mí me llaman Pedro «el chico», a  mi hermano Pedro «el grande», a mi primo Pedro el «del prado» y a mi otro primo Pedro «del molino» y, por último, a mi abuelo Pedro «pirinini».

Todo parece tranquilo, los agentes están tan entusiasmados con la historia de los Pedros que se le olvida que el burro está cargado con tres sacos de aceituna.

Si no llega haber sido por la documentación de los Pedros Dios sabe donde habrían llegado a parar, porque todo parecía una broma de mal gusto para los agentes.

Los agentes se despiden de ellos y entre risas se marchan en su coche.

Uno de los hijos dice al padre:

-¡Puff! De la que nos hemos librado.

El abuelo mira al burro y al perro y les dice:

-¡Vámonos Pedros!

Cuando llegan al pueblo cuentan lo ocurrido, esto iba a servir de anécdota para toda la vida. Siendo conocidos como los Siete Pedros.

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