Carmen. Delgada y pequeña. Parece menudita. Habla nostalgias. Tercera de once hermanos. Nunca más supe de ellos. Ni de mi madre. De mi padre solo malos recuerdos. Golpeaba a mi madre. Por nada. Todos los días. No puedo engordar con nada. Desnutrición desde el nacimiento. Mucha pobreza. Mi mamá me regaló. Viví en casa del señor rico del pueblo, el alcalde. A órdenes de su esposa. Tenía once años. Encargada de todas las tareas de la casa. Humillaciones. Viruta y cera. Jalones dolorosos en mi cuero cabelludo. Mi cara estrujada contra el piso. Yo no veía imperfecciones en la madera. Ella sí. Sobras de alimentos de sus hijos. Piso tierra-cama. Costal colchón-cobija. Muñeca. Ella me la quemó. Prohibido jugar. Ninguna amiga. De nuevo fui regalada. A la “abuela”. Ella alimentó mi cuerpo. No morí. Lo cobró caro. Empleada doméstica esclavizada. Arepas quemadas. Debo comerlas. Para que ponga cuidado, dice la abuela. No se merece lo que le doy. No sé cuántos años tengo. No sé cuándo nací. No tengo documentos de mi nacimiento. Si no obedece la devuelvo. Terror. Dios mío llévame. Tomaré Baygón. Mi cerebro casi explotando. Odio. Mamá, porqué me hiciste esto?
Inútil, abuela. Alguien me ayuda. Registro de nacimiento. Diez y nueve años. Conocí a Leonel. Vivamos juntos negra. Ilusiones de libertad. Primer hijo. Maldición de mi suegra. Nueva vida. Duro trabajo. Estoy acostumbrada. Máquina amputa mi dedo. Viajamos al Caquetá. Dejo mi hijo. Selva. Verdes negros del follaje. Espeso infinito. Caminos interminables. Diez días. Hambre y calor intenso. Descansos transitorios en el suelo. Nuevas normas. Ser muda, sorda y ciega valen la vida. Costalados de dinero. Bultos. Trabajo desde las tres de la mañana hasta la siete de la noche. Todos los días. Todas las semanas. Leonel también. Ahorro pensando en el regreso. Casa propia. Leonel está de acuerdo. Regreso por mi hijo. Enfermedad de la selva. La maldición me atrapa. Brujos y remedios de la selva. El dinero se esfuma. Lavo la ropa a treinta hombres de la cuadrilla. Les preparo la comida. Sembramos coca. Raspamos coca. Empacamos coca. Coca, coca, coca. Leonel me busca. Leonel me penetra. Ni siquiera duele. Cumplo con mi deber. Segundo hijo. Es mujer. La niña. Me tienen confianza. Cuido los bultos. Mi patrona mete coca. No la veo. Otros han sido desterrados. Los niños se enferman. Aprendo remedios de la selva. El dinero se acaba. Fin de semana. Leonel se va. Domingo en la noche. Leonel regresa. No hay dinero. Se repite. Insultos. Leonel me busca. Leonel me penetra. Me duele algo y no sé qué es. Intensamente. Garras triturándome. Cuánto nos dará la coca esta semana? Carmen, tristeza abierta. Llanto escondido. Sola.
Inútil, Leonel. Ya no hay plata. Me voy. Yo también, dice él. Regresamos a nuestro pueblo. Iniciamos nuestra casa. Construcción incompleta. Leonel consigue trabajo. Yo cuido los niños y la casa. Leonel de juerga. Leonel otras mujeres. Los niños no tienen comida. Leonel me comparte. Leonel me busca. Leonel me penetra. Ya no duele. Tercer hijo. No hay comida. Leonel me golpea. Saco fuerzas. Mire Leonel, o me mata o lo mato. Sonríe cínico. Lo abandono. Sola con mis niños. Consigo trabajo. Me gritan. No aguanto más. Juro. De ahora en adelante nadie me maltratará. Abandono el trabajo. Busco otro. Dejo mis hijos solos. Regreso del trabajo. Respiro aliviada. Ellos aún viven. Sigo adelante. Lavo y plancho ropas ajenas. Trabajo en casas de familia. Vendo arepas y empanadas. Trabajo desde las tres de la mañana hasta las 11 de la noche. Mi cuerpo apenas resiste. Mis tres hijos crecen. Carmen, tristeza amansada.
José, mi hijo mayor. Ha terminado el bachillerato. Buen muchacho. Me ayuda. Quiere estudiar en la Universidad. Quiere una moto. No hay dinero. El banco no le presta. Mamá, ayúdeme. Es para el negocio de las arepas y empanadas. Prestamista gota a gota. Quiere un equipo de sonido. Aprendió. Otro crédito gota a gota. Música a todo volumen en la casa. Bonito muchacho. Futbolista. Rostro radiante bajo el casco. El mío también. Su cuerpo vuela al compás de las llantas de la moto. El mío también. Sobre todo cuando me subo a la parrilla. Cuando él me lleva de paseo. Cuando me transporta y abrazo su cuerpo fornido. Sonreímos juntos. Mi muchacho. Para que aprenda Leonel. Ahora menos que nunca lo echo de menos. José se accidenta dos veces. Otros dos préstamos gota a gota. Ampliamos nuestro pequeño negocio. Otro préstamo gota a gota. Las cuotas del equipo de sonido se atrasan. También las de la moto. Otro gota a gota para cumplir los compromisos. El negocio no funciona. Más préstamos gota a gota. Con uno nuevo pago alguno de los anteriores. La moto se pierde. El equipo de sonido también. Las deudas del pequeño negocio empiezan a aparecer. Más gota a gota. Las facturas de los servicios no dan espera. Los prestamistas gota a gota me salvan. La comida escasea en casa. Los prestamistas gota a gota son la solución. Los prestamistas acosan. Patean mi casa. Escriben letreros sobre las paredes. Me atenazan el terror y la vergüenza. Mis vecinos miran y susurran.
José trabaja en casa de un prestamista. Su cara está alegre. Mi muchacho. Cobra y transporta dinero. La prueba reina. Viaja con su compañero. Una cantidad considerable. Es atracado. Pierde el dinero. Necesito mi dinero, ruge el patrón. Su compañero desaparece. Queda solo. Su patrón me amenaza. O aparece el dinero o su hijo me las paga. Sumas de terror. Embarazo de mi hija. No hay padre. No consigue trabajo. Nieto a mi cargo. Su desamparo me anima.
Mi casa aún sin terminar. En ella vivo con mis hijos y nieto. Hipoteca con un prestamista. Devuelvo el dinero que perdió mi hijo. Pongo en venta mi casa. Se me escapa la vida. Primeros balbuceos de mi nieto. Sonríe. Su ternura es mi soporte. Vendo mi casa. Pago la hipoteca. Pago varios gota a gota. Aún quedan varios. Me traslado a otra casa. A una ciudad cercana. Salud deteriorada. Me deja sin fuerzas. Pensamientos confusos. No puedo trabajar. Mi familia necesita comida. Más gota a gota. Segundo embarazo de mi hija. Casi muere. El niño nació muerto. Garras triturándome. Gota a gota para los gastos. José se va. Empieza su propio hogar. A pocos meses su hijo.
Carmen, voz dolida que no para. Recuerdos agolpados. Nadie antes me había escuchado. Lágrimas de descanso. Toma un respiro. Adriana. Antigua patrona. Varios años viviendo en España. Ilusión renace. Prometió llevarme. Podré organizarme. Ahorraré. Dinero para mis hijos y mi pequeño nieto. Compraré otra casa. Cumpliré mis sueños. Una alcoba con buena cama, tocador y nocheros. Campanitas sonoras. Noticias en la televisión. España en crisis. Montones de personas protestan en las calles. Adriana me llama. Dice que las cosas están muy difíciles. Que los trabajos escasean. Que los nacionales la están pasando muy mal. Que los extranjeros peor. Que no puede llevarme. La maldición de mi suegra me persigue por donde ando. Estoy asustada.
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