Últimamente me han dicho -y obsérvese la ironía- que me ande con ojo. ¡A mí, a un ciego viejo y loco!

Debo tener cuidado; la vida aquí no es fácil, ayer me robaron dos mantas, pero no las necesito, a mi me basta con el vino. Dicen que bebo mucho. Yo creo que bebo poco para lo que podría beber. ¡Pero es que mis mantas eran mías! Me las roban a mi porque no veo. Aquí no hay amigos, aunque así es mejor, no tengo que compartir mi vino.

A veces viene a verme un chico. No es de aquí porque huele bien, creo que él si tiene una vida decente. Es joven y creo que muy alto, más alto que yo, aunque no es difícil…cada vez me cuesta más andar por culpa de esta pierna inútil que no me responde. Creo que el chico se llama Alberto…o Álvaro, no me acuerdo bien y quiere que viva en otro sitio. Dice que no estoy en condiciones de pasar más inviernos aquí en la plaza; me quiere llevar donde viven los locos, pero yo no quiero ir. Él tampoco es mi amigo. Es no se qué social y siempre me dice que tengo que ir a unas clases donde dejas de beber vino y ya no puedes beberlo nunca más. Yo no tengo nada más en la vida que dormir después de beber vino.

Creo que me espía, por eso nunca le cuento nada. Todo empezó porque el otro día robé sin querer un bocadillo de un puesto y me está buscando el Gobierno. Por eso me pongo aquí, en mi hueco y salgo solo a mear. Y es que me han dicho que me ande con ojo ¿sabéis?, por eso esta carta, por si me pasa algo, que sepáis que siento lo del bocadillo.

En la plaza vivimos muchos, se mueve mucha droga. Yo no me drogo, yo sólo bebo vino y me emborracho, pero no veo, así que no les veo venir.

El otro día vino un tipo y me dio una paliza. Reclamaba no sé qué droga que yo no tenía, pero no me dejo hablar, me rompió la nariz. Yo no he robado nada. Bueno si, el bocadillo, pero aun me queda la mitad, puedo devolverlo, no quiero que me maten. Si, me amenazaron de muerte si no les devolvía su droga…esa que yo no he robado, pero es que aquí nadie es mi amigo y no puedo pedirle ayuda a nadie. A Alberto…. Álvaro…o como sea tampoco, porque me espía y yo quiero beber vino. 

Me van a matar, por eso escribo esta carta, porque yo no tengo la culpa, Si me matan, por favor, sabed que yo no tengo la culpa.

…descansó de la oscuridad de su mirada cuando despertó en la oscuridad eterna. Se olvidó el sonido de su voz, nunca nadie preguntó por él.

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