La imagen puede contener: una persona, sombrero y textoCarta a Martina Castells, (Lérida, 23 de julio de 1852Reus, 21 de enero de 1884) primera doctora en medicina de España, tía de mi abuela.

Querida Martina:

He vuelto a encontrar esta foto. Siempre me ha llamado la atención. Hay un parecido de familia que perdura. Sí, había oído hablar de ti, Martina, mi abuela, mi madre, pero no me había detenido en profundizar. Esta vez no la dejo en el fondo de la caja con las demás fotos y postales antiguas. Siento la necesidad de rendirte homenaje.

He buscado entre papeles de familia, recuerdos de conversaciones y he intentado recomponer un poco tu recorrido tan lleno de experiencias y tan corto en el tiempo.

Familia numerosísima, mi abuela decía que 21 hermanos (¡muchos me parecen!) con abundantes médicos, bisabuelo, abuelo, padre, varios hermanos estudiantes de medicina, tú también tuviste en tus genes la necesidad de devenir médico. Pero, ¡ay!, las mujeres no podían estudiar medicina, como máximo, alguna podía alcanzar el gran honor de ir a la Universidad para hacer letras, pero medicina, no, eso era cosa de hombres. Fuiste una niña enfermiza con una escolaridad irregular por tu falta de salud, no obstante tenías una determinación de acero. Aprendías con una facilidad pasmosa. Contaba mi abuela que a consecuencia de tu salud te mandaron al País Vasco, al campo, casa de unos tíos, para fortalecerte un poco y a los ocho meses ya hablabas vasco.

Tú querías ser médico. Intentaron disuadirte en tu familia pero no les quedó más remedio que permitírtelo, tanta era tu determinación y voluntad. De tu Lérida natal te fuiste a Barcelona. Allí, coincidiste con dos muchachas que también tenían esa vocación. Sólo dos terminasteis. Te encontraste con profesores poco inclinados a tener una mujer entre sus alumnos y con unos alumnos completamente contrarios a dejarte salir adelante. Bromas pesadas, obstáculos e impedimentos, todo lo resististe. En honor a la verdad, algún profesor tuvo actitudes más amables, como el Dr. Letamendi- desde que lo supe me es simpática la plaza de Barcelona que lleva su nombre- que te mostró siempre confianza y te daba ánimos en los momentos en que tu moral alcanzaba niveles negativos. Fue tu profesor de Anatomía y tu padrino del doctorado. Fueron unos años muy duros, en soledad y el mundo contra ti.

Tu salud también te daba problemas. ¿Cómo lo conseguiste, Martina? ¡Qué fuerza y qué voluntad extraordinarias tenías!

Lograste acabar la carrera pero en aquella época necesitabais hacer el examen de licenciatura en Madrid. Tardaron casi un año en darte el permiso para hacerlo. Lo reclamaste denunciando la injusticia que representaba que, en igualdad de condiciones e incluso, con mejor preparación que muchos de tus compañeros, no se te permitiera hacerlo por ser mujer. Las mujeres no tenían derecho ni derechos. Lo aprobaste y, superados los ejercicios de doctorado, el Tribunal decidió suprimir el acto protocolario de abrazar la doctorada ¿abrazar a una mujer en señal de bienvenida a la profesión? ¡Inconcebible!.

Con tu título en mano, quedaba saber qué especialización ibas a hacer. Ahí sí que no tuviste elección. Una mujer no podía dedicarse más que a la pediatría. Y eso hiciste.

Te casaste con un médico, no podía ser de otro modo, un compañero tuyo de carrera. Pudiste ejercer muy poco tiempo. Quedaste embarazada pero no llegaste a ser madre. Te fuiste víctima de una nefritis y tenías sólo 31 años.

Una vida de lucha, lucha por la vida- tu salud no daba tregua- lucha contra el machismo reinante. Tienes una calle a tu nombre en Lérida donde naciste, una avenida en Reus, donde viviste.

Martina, me siento orgullosa de haber nacido en esta familia, me siento orgullosa de tu firmeza, me siento orgullosa de tu inteligencia y tu lucha por la igualdad. ¡Cómo me hubiera gustado conocerte! Estés donde estés, si estás en algún lugar, recibe mi admiración y mi cariño.

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