Nacida en un pueblecito costero estaba destinada a casarse con un marinero,era lo que se esperaba de ella. Lo que nadie sabía era que María quería escapar de aquel lugar y de aquella gente. Siempre había soñado con irse lejos, no importaba empezar de cero y mucho menos el qué dirán. Le tocó vivir en una época en la cual la mujer no tomaba las riendas absolutas de su vida ni tenía todo el control sobre ella pero María desde bien pequeña se negaba a seguir los estereotipos marcados por una sociedad.

Las fiestas patronales darían un giro radical a su vida.

Agosto. Las calles del pueblo estaban repletas de aquellos que en su día se habían ido a la gran ciudad a trabajar en busca de un futuro mejor y que en estas fechas volvían para reencontrarse con sus familiares y amigos de la infancia.

La orquesta amenizaba las noches en la plaza del pueblo, a lo lejos se podía ver el reflejo de la luna en el mar , María paseaba junto a Herminio por el muelle y bajo aquella luna enorme y luminosa planearon lo que tanto María había deseado, irse lejos.

Y vaya si lo consiguieron, 60 años después y alrededor de una mesa, tres hijos, cuatro nietos, una mirada cómplice entre los dos viejos aún es capaz de transmitir todo el amor que se tienen.


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