Así quedo la calle. Papa sacando barro de casa y yo, la niña mirando alrededor. Octubre 1957

Recuerdo que en la planta baja estaba el taller de trabajo de papá, allí tenia su negocio y de él vivíamos, arreglaba bicicletas, el negocio se llamaba: “Bicicletas El Cid”, vivíamos en Valencia, cerca del río Turia, eran tiempos de pobreza y penuria, y muchas veces mamá se enfadaba porque no todos pagaban, era mucha la necesidad y más grande la generosidad. En mitad del bajo había una escalera que daba acceso a una “naya”, donde estaban las habitaciones, mis dos hermanos y yo, papá y mamá, la abuela y mi tía, allí vivíamos todos y en aquel altillo descansábamos las noches. Una mañana mi despertar fue extraño, solo oía ruidos, papá dando golpes a algunas de las paredes de la parte alta, mamá despertándonos y vistiéndonos rápido la abuela y mi tía también preparándose como para salir, pero cuando salimos fue por uno de los agujeros de las paredes y subimos a los pisos más altos. Desde allí, me acerqué a los cristales de un pequeño balcón. La calle había desaparecido y en su lugar el río de agua marrón arrastraba coches, arboles, vías de tranvía…

Tras de mi escuchaba sonidos muy diferentes, niños y mujeres llorando, otras sacando fuerzas e intentando organizar aquella multitud. Los hombres jóvenes traían a cuestas a gentes mojadas, heridas, aturdidas, embarazadas, los sonidos eran de todo tipo y el olor era de humedad. A mi me impresionaba lo que veía y aquello de atrás ya solo parecía un murmullo. Luego mi recuerdo es ver todo destruido, nada era como había sido, solo veía barro y agua, mamá sin ropas, porque lo que estaba en la habitación alta lo repartió, como hicieron otras tantas mujeres entre quienes lo habían perdido todo. Pero dentro de ese recuerdo, ese momento que tantas veces evoco, y que quedó grabado en mi, tenía cinco años, la sensación mayor es de generosidad, esa generosidad que impulso a muchos a salvar vidas, a alimentar personas, a cuidar bebes, a abrigar a los desnudos. La generosidad, triunfaba sobre la desgracia. En el peor momento salió lo mejor de cada uno. Hoy al ver esta fotografía recuerdo ¡tantas cosas!, sobre todo gratitud, mi familia quedo a salvo. Gratitud por todas las ayudas recibidas, y nostalgia porque muchas cosas dejaron de ser, y porque hoy ya no son.

ENCARNACION TABERNER CORTIGUERA

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